En nuestros días en San Andrés, existen únicamente dos construcciones que atesoran relevancia histórica y arquitectónica digna de reseñar.

La primera es la parroquia de San Andrés Apóstol, un edificio del siglo XVII que está declarado Bien de Interés Cultural y que, hace apenas nada, ha experimentado unas necesarias obras de mejora y restauración; su estado actual es inmejorable.

La segunda es el castillo o torre de San Andrés, construcción del siglo XVIII y, al igual que nuestra iglesia, declarado BIC. Sin embargo, su estado no puede ser más deplorable, estando incluido en la lista roja de patrimonio cultural.

Para entender San Andrés tal cual es hoy en día y su evolución posterior, es necesario situarnos en el momento de la construcción del castillo y analizar lo que supuso para nuestro pueblo; todo ello, lejos de visiones románticas que distorsionan el buen juicio.

Hasta la construcción de la torre o castillo de San Andrés, el valle era lugar y refugio frecuente para hacer aguada de los piratas. Vale de ejemplo y reseña histórica que en 1574 Andrés García, alcalde del lugar, fue acusado por otros vecinos de tratos con herejes franceses, cuyas fechorías, impedían a la población local asentarse en la parte baja del valle.

La construcción del castillo acabó definitivamente con este problema, además de asegurar la entrada del puerto de Santa Cruz y propició que se sucedieran una serie de acontecimientos que ahora describiremos.

Se erradicaron las incursiones piratas de la costa del valle y comenzó a consolidarse el núcleo urbano del actual pueblo de San Andrés tal y como se conoce hoy. En poquísimo tiempo, se produjo un incremento poblacional que favoreció que en 1717 se elevara el templo a Ayuda de Parroquia y en 1747, se le diera rango de Parroquia. Todos estos hechos, concluyen con la constitución del Valle de San Andrés como ayuntamiento constitucional en 1813 ya que contaba con alcalde desde 1518 y parroquia de antes de la declaración de la Constitución de 1812. Por último, irrumpió la actividad pesquera de bajura, antes ocasional, como eje fundamental del desarrollo socioeconómico del pueblo y como elemento de identidad inequívoco.

Estamos ante una oportunidad única y probablemente irrepetible de devolver a la torre toda la dignidad que merece, como pieza imprescindible e irremplazable en el proceso de desarrollo socioeconómico y cultural de San Andrés.

Con los proyectos DUSI se desarrollan acciones concretas como la restauración, mejora y protección del patrimonio, y todo eso con fondos de Europa (FEDER) en el ámbito de la Reserva de la Biosfera de Anaga. En ese capítulo se encuentra la restauración del castillo de San Andrés con una cuantía importante y que debemos aprovechar.

El futuro del castillo de San Andrés debe pasar por su reconstrucción para recuperar su antigua imagen perdida en una de tantas crecidas del barranco a finales del siglo XIX y no por un hecho de relevancia histórica propiciado por un conflicto bélico. Su estado actual solo garantiza su continuo deterioro y ruina, así como, su consiguiente desuso y abandono por su falta de espacio útil. Con su reconstrucción, conoceríamos cómo era realmente y ganaríamos un espacio público y de futuro para el pueblo de San Andrés y el municipio.

Estos trabajos de reconstrucción llevan aparejadas más cosas. Una inversión económica fuerte de fondos públicos, recuperación de un espacio público, puestos de trabajo directos e indirectos, formación, impulso para la recuperación de la historia del castillo y Anaga en general, atractivo turístico e identitario del pueblo de San Andrés, salvación de un elemento arquitectónico singular e histórico, capacidad de explotación comercial, etc.

Su estado actual debe quedar para la historia, reflejo decadente y poética que ha inspirado a muchos artistas y escritores, pero cuyo abandono, olvido e indiferencia por parte de todos, lo han condenado a su propia ruina.

Valga como ejemplo el poema "Castillo de San Andrés", de Rafael Arozarena, publicado en la revista Mensaje el 11 de noviembre de 1945:

Castillo de San Andrés,/ castillo de barro y piedra,/ abandonado en la playa/ donde ya no eres presencia.

A tu viejo campanario/ se le ha caído la lengua,/ -voz de bronce que chillaba/ al ver las banderas negras-.

De tan triste, de tan mudo,/ eres piedra, sólo piedra?/ Tonto soldado inservible/ que aún se cree centinela.

Castillo de San Andrés,/ triste caracola vieja,/ que las aguas del barranco/ encallaron en la arena.

Cómo se ríe la brisa/ de verte vencido en tierra,/ y en dos mitades partido/ como una granada abierta!

*Vecinos y ex dirigentes vecinales de Anaga