Me costó años entender que el profe de Filosofía de COU mirara para otro lado cuando los alumnos copiaban en los exámenes sin recato alguno. Aquello no era una carnicería. No hacía falta filetear. Se podía sacar el libro tranquilamente y trasladar los pensamientos de Sócrates, Platón, Kant o San Agustín al pie de la letra. Apenas levantaba la mirada de lo que tuviera en la mesa.

Era un buen profesor. Con pinta de profe de Filosofía. Disfrutaba escuchando sus lecciones durante las clases. No fui capaz de copiar en sus exámenes, pese a la tentación. Era como traicionarle. Sabía que mi nota iba a ser más baja que la de la mayoría de la clase, que calcaba las respuestas del libro. Calificaba según lo entregado. Eso me cabreaba mucho. Me encendía. Pero no podía. Ahora, con el paso de los años, la distancia y la experiencia, veo que con su "laissez faire" particular nos estaba dando lecciones de vida. Algo así como "Ahí está la meta. Elige tú el camino".

En estos tiempos de desesperanzas y tormentas en que vivimos, vuelve la filosofía a las aulas. Una luz sobre el ángulo oscuro del salón. Un poco de cordura para esta "Era de lo instantáneo" que marca el transcurrir de este siglo XXI tan atropellado.

Todo es tan rápido que nada sucede. Se actúa antes de pensar. Qué barbaridad. Frente al solo hazlo, es muy sano que regrese el solo piensa. Piensa antes de decidir. Reflexiona y haz que tus actos sean plenos, que se fijen, que dejen poso, que dejen huella. Utiliza la cabeza para algo más que la gomina o las mechas.

Nunca pagaremos la cuenta pendiente que tenemos con los clásicos. Tres ejemplos de los más conocidos. Un poco de sabiduría de la vida que sirvo directamente de Séneca y que le vendría muy bien a cualquier adolescente, de letras o de ciencias, antes de echarse a caminar: "Cuando no sabemos a qué puerto nos dirigimos, todos los vientos son desfavorables". Otra de Séneca sobre la necesidad de aprovechar el tiempo, sobre no sufrir del mal de la angustia anticipatoria: "El único obstáculo de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy".

Pero hay millones de pensamientos embutidos en frases que golean a los impactos de la publicidad que nos consume. De Cicerón, excepcional: "Los hombres son como los vinos. La edad agria los malos y mejora los buenos". O una de las máximas de Cicerón más conocidas: "Humano es errar, pero solo los necios perseveran en el error".

La filosofía está en todo. También, por supuesto, en el terreno confuso de los sentimientos. Aquí recurrimos a Ovidio, un maestro: "Todo amante es un soldado en guerra". O sobre la diferencia entre la amistad y el amor: "Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que se muere de sed". No me digan que no es genial.

¿Hace falta la filosofía en clase? Claro. Una más de regalo. Séneca, que sobrevivió a tres emperadores tras trabajar para ellos hasta que Nerón ordenó ejecutarlo -se suicidó él cortándose las venas, tomando veneno y metiéndose en agua caliente- explicó cómo duró tanto junto al poder: "Recibiendo injurias y dando las gracias".

Pregunto de nuevo: ¿Es necesaria la filosofía en clase? Por supuesto. ¿Y fuera? Mucho más.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es

PD: Se acaba de jubilar Chelo. Maestra de Infantil del Colegio María Rosa Alonso de Tacoronte. Treinta y cinco años de entrega, de vivo sin vivir en mí, de amor y generosidad. Treinta y cinco años de compañera del alma compañera. Descansa si es que sabes.