El miércoles hablé con él. Por primera vez me he sentido derrotado. Es muy duro. Toño es un niño de 51 años. Nació un 13 de julio. Cualquiera diría que es un día de mala suerte, pero en casa, el 13 es desde entonces, el número mágico. Su tren tenía que haber llegado al menos dos horas antes de lo que arribó, pero don Víctor -el médico- y don Emiliano -el practicante- estaban, uno echando la partida y el otro durmiendo la siesta, cuando les avisaron de que mi madre se había puesto de parto. No era cuestión de levantarse y salir corriendo para asistirla. Ellos eran expertos y mi madre no era primeriza. Así que terminados sus quehaceres, se fueron para atender su cometido.

Tras no sé cuánto tiempo de luchas buscando una salida nació todo amoratado, pero salió. La falta de oxígeno que padeció en ese tiempo eterno, le dañó el cerebro de forma irreversible. Malditas partidas y siestas a destiempo.

Siempre digo que es la persona más feliz sobre la tierra. Así lo he creído y lo creo. Pero el otro día, cuando llamé al centro en el que está durante el curso, me habló con una tristeza infinita. Él, que no llora nunca y que cuando lo hace -un par de veces al año- nos mata? Así que escucharle por teléfono, con la impotencia de la distancia y la incertidumbre sobre qué le estará pasando, me derrumbó.

Les pido disculpas por hablarles de mí, pero quiero que este escrito sea un mensaje de ánimo para todas aquellas familias que cuentan con alguien como él. Son muchas. Y digo ánimo, porque estos seres geniales cuya alma es una especie de puerta sin marcos ni batientes, que está siempre abierta para que todo el mundo pase sin llamar, esos extraños seres cuyo espíritu es incapaz de cualquier mezquindad y vileza, son como un refugio donde anida la ingenuidad, la sencillez, la inocencia y el amor más tierno que uno pueda imaginar.

Por ello, representan mejor que nadie ese espíritu navideño de antaño que aún se respira en la gente buena. Ese que habla de alegría, de generosidad, solidaridad, tolerancia, de empatía... Y de que el ser humano debe adoptar esos valores y desterrar la envidia, el odio, el egoísmo, la calumnia o la venganza.

Es probable que muchos opinarán que este discurso está hecho de palabras bonitas, de frases edulcoradas y sacado de los mundos de yupi? pero no. No es así. Tenemos que salir de nosotros mismos. Darnos cuenta de que lo que está fuera de uno es más relevante que uno mismo, de que no existe nada de más importancia que otro ser humano. De que nunca debemos instrumentalizar a ninguna persona para otro fin que no sea ayudarla. No hace mucho leía por alguna parte algo así como que "nadie que sea mala persona puede ser buen profesional". Párate. Piénsalo cinco segundos. Suficiente para saber que es una verdad absoluta.

No quiero que vean en estas palabras un discurso vacío. Por el contrario, está tan lleno de contenido que hace añicos el espejo en que miramos cada día de nuestra existencia. Por eso tendemos a ignorarlas, a infravalorarlas, a sacarlas de nuestras vidas, y a pensar que sí, que bueno, que vale, pero como que no?

Hoy que ya he vuelto a saber de él, de hacerle las mismas preguntas y recibir las mismas respuestas, que le he escuchado reír y hacer sus ruidos de alegría, hoy? que siento su alma limpia y transparente, solo puedo dar gracias por tenerle. Gracias hermano por unirnos, por ser un corazón tendido al sol. Hoy, como en la canción, sólo pienso en ti. Te quiero.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es