Me cuesta decidirme. Cuando estoy en Movistar me parece que lo que funciona mejor es Vodafone. Y al revés. Y siempre que estoy en una operadora me encuentro con gente que está en la otra y cuya wifi va a más velocidad o ve mejores partidos de fútbol. Pero basta que me cambie para que me empiece a pasar al contrario. Y es que el césped del vecino siempre parece más verde.

Ahora mismo tengo una tostada importante. Por una parte está Pablo Iglesias, que es un tipo listísimo. Me parece un crack. Empezó de profesor universitario del tres al cuarto y se lió la manta a la cabeza, se mandó a mudar a Venezuela a compartir piso y calcetines sudados con Juan Carlos Monedero y Errejón y acabaron deslumbrando a Hugo Chávez. Luego se vino con sus colegas y con unas perritas montaron un programa de televisión como "El Foco" y un partido político de la izquierda verdadera, para hacer la revolución. A sus amigos se los ha ido apiolando como quien no quiere la cosa. O sea, que no ha sido él, sino las circunstancias. Y sigue teniendo hasta buen rollito con ellos. Y ha pasado de vivir en un piso minúsculo de una barrio obrero de Madrid a residir en un lujoso chalé en las afueras con piscina, casita de invitados y guardaespaldas. Y todo eso sin hacer la revolución. Que cuando la haga no quiero ni imaginarlo.

Pablo ha llamado a luchar contra el fascismo. Ha pedido que la gente salga a la calle a liarla parda para enseñar músculo social y hacerles saber a los de Vox que se pueden meter los huesos de Franco por el pedúnculo inferior. Hay que hacer como los "chalecos amarillos" de París o los "tute bianche" de Italia, y liarla parda rompiendo escaparates y quemando coches que es como se lucha contra el fascismo y el G20 y la madre que los parió. Te pones un nombre molón, un color guapo y a reventarlo todo.

Pero por otro lado está el Abascal, que era del PP y se salió porque los considera unos blanditos. Abascal, que tiene pinta de legionario, dice que Rajoy es un pelanas porque dijo que no iba a haber referéndum en Cataluña y se lo hicieron. Y que se esconde debajo de las faldas de los jueces porque no tiene lo que hay que tener. Y ha lanzado Vox, un partido que sostiene que el Estado de las Autonomías es un desfalco y un mamoneo, que a los inmigrantes ilegales patada en el culo y que hay que bajar impuestos y acabar con la mamandurria nacional. La gente está flipando y su partido empieza a parecer el "tea party".

O sea, hay que elegir. Revolución comunista o dictadura de ultraderecha. Y coño, estoy indeciso. Porque esto no es como elegir entre Netflix o HBO. Como escojas mal terminas o en un gulag en los Maragatos o en el Valle de los Caídos. Y eso. Que no hago más que darle vueltas.