Varias paredes como refugio para la noche. La lucha contra la soledad y el desarraigo se vence mejor sin el frío nocturno. Un saco de dormir y cartones, muchos cartones. No hay servicio de habitaciones, tampoco nadie que venga a darte las buenas noches y comprobar si necesitas algo caliente o tienes hambre. Son albergues improvisados pero con la dura contradicción de ser el lugar en el que habitan las entidades bancarias. Qué metáfora tan compleja: pobreza y riqueza juntas como refugio del pobre. Mientras de día sacamos dinero, al caer la noche se transforma en pensión para desamparados y tagoror de las penas. No hay rima para expresar el sentimiento de numerosos "sin techo" que buscan abrigo en la isla del turismo, el sol y la playa, en aquel paraíso que nos venden en Fitur mientras un sector de la sociedad tinerfeña se desgañita y grita en silencio. En las duras existen auténticos veteranos en la ocupación de cajeros, expertos que han adquirido con suerte el derecho no escrito del usufructo de la propiedad privada. En la noche eterna miran las máquinas, seres expendedores que son usados por humanos para extraer dinero utilizando una tarjeta de plástico con banda magnética o un chip, sin necesidad del personal del banco. El ritual es tan duro como monótono: desde la tarde merodean las zonas aledañas al cajero una vez han puesto a rodar la veleta de la suerte. Como en todo, algunos son de aquí y otros de allá, pero qué importa eso cuando son personas. Dicen que es agotador acostumbrarse al frío, y eso que en Santa Cruz el clima es agradecido, pero tampoco están para lujos. Fueron obreros, pequeños empresarios, profesores o camareros? pero la crisis los dejó sin trabajo y vivienda. Es el ejercicio antagonista de decidir en pleno siglo XXI si pagar la casa o comer. En una bolsa de plástico llevan sus pertenencias hasta el momento de elegir en qué cajero acampar. Están en las calles, en barrancos, debajo de puentes y en bancos de cualquier plaza de la Isla. Es la tortuosa prueba de comenzar un día nuevo desde cero, sin futuro, solo con el riesgo del presente en una sociedad que los aparta. Mientras ciertos políticos españoles se encomendaron en su momento a la Virgen por la Festividad de la Asunción de Nuestra Señora, los moradores de los cajeros palpan la verdadera terrenalidad de no tener nada. Por desgracia, por mucho que se le implore, la Virgen de Candelaria no va a solucionar la mejorable atención social a los más desfavorecidos; para ello hacen faltas políticas activas de lucha contra la pobreza. Sin duda, en Canarias de eso sabemos mucho. Más de 840.000 personas residentes en el Archipiélago se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, con el reconocimiento de ser la comunidad autónoma con la mayor tasa de personas que viven en condiciones de Privación Material Severa. Hubo un tiempo en el que de niños viajábamos a Madrid o Barcelona, y asistíamos atónitos, incluso con temor, a personas que dormían en aceras, pedían en las plazas y dormían en casas de cartón. Hoy, lo tenemos en nuestra tierra, en esa en la que creemos que nunca pasa nada pero pasa. La pobreza es la gran olvidada en las campañas políticas y en el debate electoral, con un exceso de populismo barato y una alarmante escasez de propuestas viables y efectivas. El clientelismo y el paternalismo de los programas sociales afectan a los resultados. El reconocimiento de la pobreza es como la adicción a alguna droga, primero debes darte cuenta de que tienes un problema para así empezar a atajarlo. Por esta razón, hace falta que se la tomen en serio. "¿Qué se siente cuando no se siente nada?".

@Luisfeblesc