El otro día, un empresario canario me comentaba que el sexo es una cuestión cultural. Mientras en determinados lugares del planeta como el nuestro lo habitual es mantener una relación monógama a ojos de la sociedad, en el continente centroamericano el sexo es una especie de deporte. Cada miembro de la pareja tiene sus "amarritos" con los que fornican sin que ello influya en alguna manera en el "amor" que le tienen a su pareja que es a la que aman, con la que tienen un proyecto de futuro y a quien esperan encontrar cada noche en casa. De resto, ningún miembro de la pareja se siente agraviado porque el otro fornique con quien Dios (o el diablo) le dé a entender. Y es cierto que generalizo. Simplemente pensar en traer esa mentalidad aquí se me ponen los pelos de punta. Somos el sol y la luna. Y ellos, con lo que nosotros consideraríamos un sufrimiento debido a lo que nos han metido en la cabeza a fuego, es asombrosamente contradictorio con la situación que pongo sobre la mesa.

Y yo soy de los que piensan que mientras no haya deslealtades y mentiras sostenidas en tiempo, que cada uno se organice como quiera. l número de fracasos en Canarias es abismal, en un mundo en que nadie aguanta dos asaltos y a la mínima de cambio la cosa matrimonial, de pareja de hecho o llámela como quiera, se rompe. l otro día estuve en una cena numerosa donde una divorciada se acostaba con un hombre casado y en ese momento se divertía con la esposa cornuda e ingenua. Algunas, incluso amigas personales, le echan una jeta que uno se queda bobo. Aunque uno, que no tiene pareja a día de hoy, las cale hasta de lejos. Si no fuera una puñalada a la pareja que te quiere y que es la madre de tus hijos, allá penas. Pero uno no da crédito a la naturalidad con las que algunos se convierten en farsantes. Y de un tiempo a esta parte, esto está poniéndose de moda; y qué necesidad.

@JC_Alberto