Los largos siglos después, la sombra egregia de José de Viera y Clavijo (1731-1813) regresa a la Villa y Corte donde satisfizo sus curiosidades diversas, revalidó su talento en las letras y las ciencias y desplegó su ingenio entre aristócratas sensibles y sabios de distintas disciplinas. Con la metáfora de entrada, valoramos en su medida la iniciativa patrocinada por el Ministerio de Cultura y eporte y el Gobierno de Canarias que, desde mañana, 24 de febrero, y en la Biblioteca Nacional de España, muestra testimonio de la vida y obra de un intelectual de fuste que dio aliento y rumbo -"e isla en continente"- a la Ilustración que cuestionó y combatió los principios tradicionales en materia política, social y económica.

Con Felipe VI, el ministro José Girao y el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, en el comité de honor, que incluye a otras personalidades políticas y académicas, la organización y materialización del proyecto tiene nombres que es justo señalar: Aurelio González, viceconsejero de Cultura del Ejecutivo autónomo; Rafael Padrón, titular de la Cátedra Viera y Clavijo de la Universidad de La Laguna y comisario; y Tomás Van de Walle, presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.

La exposición contó con la generosa colaboración de instituciones, sociedades, museos y fundaciones canarias y madrileñas que aportaron un centenar de piezas entre las que incluyen veinte autógrafos y primeras ediciones e impresos del polígrafo que, con férrea voluntad, capacidad de síntesis y una red de entusiastas colaboradores, sistematizó y fundió las crónicas insulares en una amena y sólida historia general de la región. La muestra incluye óleos cedidos para el evento por las colecciones del uque del Infantado y del Conde de Santa Cruz; grabados y aguafuertes personales y de los paisajes europeos que el presbítero conoció; miniaturas de los ilustrados isleños con los que compartió ideas y compromisos; y, relacionados con su vocación y dedicación científica, aparecen instrumentos y materiales de laboratorios, colecciones de vegetales y minerales y curiosidades que no escaparon a su espíritu inquieto. Contra aldeanismos torpes, estimamos y valoramos las acciones que, más allá de nuestras fronteras insulares, ponen en valor a las figuras isleñas que, en meritoria sintonía con la cultura y los rumbos europeos, defendieron el imperio de la razón y el progreso material de sus contemporáneos. Ese es el caso de Viera, otra vez en Madrid.