En nombre de la renovación, el rejuvenecimiento y no sé cuántas boberías más, no son pocos los partidos que desplazan a profesionales y cabezas privilegiadas para sustituirlas por otras que, al menos profesionalmente, no tienen neuronas ni índices de conocimiento comparables. El PP ya baraja, según anunció EL DÍA, el nombre de Manuel Gómez, hombre ligado al baloncesto, para encabezar la lista de los conservadores a La Laguna. De ser así, o con cual otra fórmula (que es lo que intenta un minoritario sector tóxico, que es a quien me refiero al nombrar a los conservadores), mover al cirujano sería mover a un candidato con un 80% de conocimiento en la Isla y que sacó en 2015 y como aspirante a la ciudad de Aguere más del doble de votos que el PP en Santa Cruz y en el Cabildo. Antonio Alarcó es una de esas personas que quieres o que odias, pero lo cierto es que su solo nombre son votos, votos personales al amparo de unas siglas que siempre ha defendido a pecho descubierto.

La idea de que Alarcó liderara La Laguna y dejara el Cabildo se la atribuyen a un más que tardío designio del expresidente Soria, que sin candidato hasta última hora para esta plaza -y consciente de la cantidad de voluntades que movía el catedrático-, lo puso en el brete, pero lo mantuvo como candidato al Senado, que ganó una vez más. Salvando las diferencias, Santiago Pérez y Antonio Alarcó demostraron que en tres semanas pudieron sacar tres y cuatro concejales respectivamente. Y es por ellos, por lo que son y por lo que representan, sencillamente. Si el PP decide prescindir de Alarcó, en cualquier escenario que este pudiera liderar, sería tirar un buen puñado de votos por la borda, amén de un ejemplo profesional como el que hoy desempeña el vicepresidente del Colegio Mundial del Colegio de Cirujanos, que por primera vez es un español, y que por primera vez es un canario y un tinerfeño. Ellos sabrán, digo yo.

@JC_Alberto