Existe un asesor en la sombra en el Gobierno de España que es en realidad un "topo" de Coalición Canaria. Parece un tipo de confianza de Pedro Sánchez, pero por las noches, en la soledad de su casa, abre una trampilla y entra en una pequeña habitación decorada con dos chácaras, una manta sabandeña y una manilla de plátanos, para recibir instrucciones de Fernando Clavijo a través de videoconferencia a cobro revertido.

Ese patriota guanche, cuyo nombre será honrado algún día por los nacionalistas, fue el que le escribió al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, la primera intervención sobre el aumento en la subvención a los pasajes de los canarios: aquella en la que dijo que no se podía aplicar. Igual podría haberle escrito en sánscrito la letra de "La Marsellesa", porque el ministro daba la sensación de no tener ni repajolera idea de lo que estaba hablando. Se lo puso fácil a una furiosa Ana Oramas que le dijo de todo.

El topo canario infiltrado en las cocinas de La Moncloa fue también el de la ocurrencia del presidente Sánchez, cuando dijo en el Senado que a Canarias ya venía bastante dinero con lo de la subvención a la producción eléctrica, añadiendo un altanero "¿y les parece poco?". Dotado de una capacidad frenética para la conspiración, el arrabal y el malevaje, también fue el que aconsejó a Pedro Sánchez no venir a Canarias al acto institucional del nuevo Estatuto y sí venir al día siguiente, en el avión oficial de la Presidencia, a un acto de su partido político, quedando a los ojos de la gente como un prepotente que pasa de los canarios que no son de su partido y un tipo que no tiene escrúpulos de usar un medio público para sus asuntos particulares. Soberbio e inimitable trabajo de demolición.

Pero el desconocido topo no descansa ni un minuto. Margarita Robles, la ministra de Defensa, había venido con muy buen rollo a Canarias cerrando acuerdos con las administraciones locales. ¿Cómo estropearlo? En el manual elemental de la política existe un principio: no te pegues nunca con un boxeador de menos peso que tú. No tienes nada que ganar, pero si pierdes vas a quedar como una boñiga. Y ahí va la ministra: entra al trapo con Rosa Dávila, la consejera de Hacienda regional, por decir que para Canarias lo mejor es que no se aprueben los nuevos presupuestos del Estado. "Dígales a los jubilados de las Islas que sus pensiones no van a subir", dijo Robles cabreada, seguramente leyendo una nota del malvado asesor. Y claro, zasca al canto. No ha perdido un segundo Dávila en replicarle que mejor no se duerma en los consejos de ministros, ministras y ministres, para que aprenda que los presupuestos y la subida de las pensiones no tienen nada que ver. ¿Y ahora? Pues si Robles es lista, lo dejará estar. Por aquello del manual. Y el topo meado de la risa.