Desde hace un tiempo he comprobado la importancia que nuestro Cabildo está dando a la artesanía de la Isla, ayudando en su promoción, en la proyección de nuevos productos de diferentes materias y de muy diversos sectores: moda, cerámica, hierro, calados, joyería? Todas están siendo una fuente de trabajo con grandes perspectivas, de ocupación para muchas personas y un referente. Más de veinte ferias se van a celebrar durante el presente año por toda la Isla, pero la dotación económica no llega a medio millón de euros dada la importancia que está teniendo, y aunque menos es nada, me parece una cantidad ridícula.
En la Vicepresidencia del Cabildo se encuentra al que considero un gran valedor de estos menesteres, por su defensa y lucha por todo lo que pueda ser bueno para nuestra tierra. Efraín Medina es una persona con mucha inquietud y dedicación plena a sus responsabilidades políticas. Se preocupa por nuestros artesanos y ha sabido rodearse de un gran equipo que los está ayudando en su creatividad y en su promoción. Conoce bien los medios y las redes sociales y, cada día, poniendo ganas y entrega, hace mucho por su tierra. Algunos dirán que es su obligación, pero hay muchos que vociferan y no hacen nada, mientras él ha convertido la artesanía en un sector con grandes perspectivas de futuro.

No lo conozco personalmente, aunque en alguna ocasión nos hemos saludado por cortesía en el Centro Comercial de Candelaria. Tampoco soy muy dado a escribir de un político sin conocerlo, prefiero hablar siempre de las responsabilidades de su puesto, pero uno que lee todo lo que cae en sus manos, no puede ni debe sustraerse de lo que sucede en la Isla. Por eso les remito a lo publicado en la página 3 de EL DÍA el lunes 28, cuyo titular hablaba del impulso a la comercialización de los productos artesanos de la Isla, dónde se ratifica su labor y se puede entender el porqué de estas lisonjas bien merecidas. Su idea de formación es magnífica, pues nuestra gente tiene la oportunidad de saber servir sin servilismo, pero con respeto y simpatía. Así que creo fundamental agradecer su gran trabajo y constancia para conseguir una isla mejor.

En la misma línea de responsabilidad de la artesanía, está el campo. Por eso leo todo lo que escribe Wladimiro Rodríguez Brito en este medio. También es un hombre comprometido con la tierra, enamorado de su isla de La Palma, y gran conocedor de la problemática de nuestra agricultura y ganadería. Cada semana nos enseña pormenores desconocidos para la mayoría, que demuestran la dejadez e inoperancia de algunas de nuestras autoridades. El abandono del campo está causando graves perjuicios, no ya solo por el efecto de degradación, restándole belleza a nuestros paisajes, sino lo más importante, el paro insoportable que está sufriendo el sector. Brito fue consejero del Cabildo y, ahora jubilado, ofrece su experiencia a través de los textos publicados, llenos de contenido muy interesante y no exento de una sensación de tristeza. Con meridiana claridad y mucha preocupación, reclama una y otra vez la atención de las autoridades y, por qué no decirlo, de los consumidores canarios, que prefieren comerse una manzana chilena que sabe a paja que una local con sabor. Aquello de ?un plátano al día por lo menos?, no se está llevando a cabo, siendo el de mejor sabor del mundo, pero las campañas no están dando sus frutos.

Brito va más allá de su campo y opina también de lo que se debería hacer con nuestra juventud parada y ociosa. Espero que el consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero, joven y prometedor político, lea atentamente estos artículos y se instruya, pues más sabe el diablo por viejo que por diablo. Por eso siento una gran admiración y respeto por Wladimiro y espero que siga ofreciéndonos sus grandes conocimientos de la tierra. Muchas de las cosas que cuenta me recuerdan a cuando de joven iba con mi jefe a las galerías de agua y había que subir por caminos angostos y difíciles alejados de las carreteras. En el camino nos encontrábamos con árboles frutales y probábamos algo, me encantaban los higos de leche. Fueron otros tiempos.

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