Cuesta entender lo que hacemos en la gestión forestal de Canarias. Las leyes vigentes están alejadas de la gestión, de la cultura y la actividad agraria y ganadera, separadas del paisano, del conocimiento del entorno, olvidándose de la economía de los vecinos del monte, de la sabiduría de los campesinos.

Hacemos leyes que declaran categorías de conservación de los montes, ignorando el medio, pero sobre todo los usos y costumbres. Hacemos mapas de colores en los despachos, tras la pantalla de un ordenador, ignorando los usos tradicionales, la vida y las actividades de los que han gestionado el monte generación tras generación.

El monte es hijo de la naturaleza (suelo, clima), pero también de los gestores del territorio. La mejor o peor conservación de los montes tiene nombre y apellidos

Entremos en materia. En la montaña de El Pozo -en Barlovento-, han multado a un agricultor en una finca particular por corte a matarrasa, aplicando una ley que "protege" la naturaleza, limitando el diámetro del tronco a 15 cm, y la no eliminación de los despojos procedentes de la corta. ¿Cada día hay que barrer la zona como la plaza?

Las leyes y la ignorancia. Hemos de destacar que la zona sancionada era zona de cultivo hace solo 30 años, como lo atestigua la cueva de las vacas en el entorno, es decir, la faya o el viñátigo, con más de 15 cm, han crecido en dicho periodo. Aplicamos unas leyes de supuesta protección para las montañas de Jandía en Fuerteventura. Lo de matarrasa es otro planteamiento poco entendible -árboles para que aniden los pájaros- en Barlovento, donde la foresta rodea las viviendas.

Monte y economía. Estamos alejando la gestión forestal de los campesinos, de los usos tradicionales, mientras que en los veranos contratamos equipos aéreos, helicópteros, aviones etc., separando la gestión del monte de los vecinos. Apenas cuidamos los cortafuegos, las zonas de protección de los vecinos, imponiendo la burocracia para autorizar las labores forestales: varas, leña, carbón, monte para el ganado, o qué decir de una agricultura con manos agroquímicas.

El monte como actividad económica. Estamos importando carbón vegetal de Argentina o Cuba (carbón de marabú), con costes y peligros de introducir nuevas plagas en Canarias, y aquí generando paro y miserias. Monte y burocracia, aquí tratamos como delincuentes a los que hacen labores forestales, como es el caso de la denuncia antes comentada. Estas labores significan puestos de trabajo, a parte de carbón vegetal para restaurantes o leña para barbacoas. ¿Qué decir de las horquetas tradicionales, con precios más económicos que las horquetas metálicas, o de la materia orgánica para los cultivos, etc.?

La agricultura y la naturaleza han de estar en sintonía, para que los agricultores, o las empresas forestales, hagan una labor complementaria, en el plano económico y ambiental. La expansión de los montes en La Palma crea condiciones para una actividad agraria más ecológica, con un monte más preparado ante los largos veranos canarios y el fuego. Ahora un permiso para cortar monte suele superar los cien días, no digamos de la matarrasa o el no a las carboneras tradicionales. Con las leyes actuales tenemos más peligro de incendios, y lo que es peor, los pueblos se vacían, como en Barlovento, cerrando colegios. Los montes se hacen intransitables, y sólo los podemos contemplar del aire. Y el paro y la pobreza son la referencia de lo que ocurre, como el caso de la denuncia por realizar una labor positiva social y ambientalmente.

Hagamos las leyes para los pueblos y no para la burocracia, tratemos con respeto a los que trabajan. Las leyes ambientales han de estar vinculadas al sentido común, a la cultura de ayer. La gestión del monte es hija de los campesinos, ahora ignorados por los burócratas.

*Concejal de Barlovento