El PP de Asier Antona juega al mensaje claro, directo, al no pasarán. Es diametralmente opuesto al sosiego y la evasiva que caracterizaban a Rajoy. Cuando España buscaba a Mariano, no lo encontraba con la garra suficiente para enfrentar problemas como el catalán, que para quien escribe, el expresidente llegó tarde y mal. Eso, y la sobreexposición a la corrupción del PP, mató a Rajoy. Pero este PP es otro: en su discurso, en su entusiasmo, en su coraje, en su ánimo y en su ambición. Cosa bien distinta es que la gente lo perciba así y le renueve su confianza. Antona se ha situado en el medio del ring golpeando a la que no es su derecha, a la izquierda y al nacionalismo. Quiere ganar y tiene hambre. Tanta como las bases del partido, que están más agitadas que nunca. Pero estas elecciones, primero nacionales, son difíciles para un partido que aglutinaba todo el espectro conservador que hoy está dividido en tres. Pero ellos son los de raza, los que no se cambian de chaqueta, los que toman decisiones duras en momentos difíciles: los más centrados y los que tienen las cosas claras. Ese es el mensaje.

Ese discurso que representa Pablo Casado, al que tachan de hijo de Aznar, me atrevo a decir que es el mejor que les puede funcionar. Contra Cs y Albert Rivera han puesto de presidente del partido, en sus formas, a un clon. Un Casado joven, combativo, entusiasta, apoyado ya por todo el partido y, a todas luces, preparado para ostentar el poder, mientras Feijóo espera callado. No hay que olvidar que después de las elecciones vendrán los pactos, y si bien Soria señaló a Antona como su sucesor por sacar a CC en diez de los catorce municipios de La Palma, hoy, y como dice Alfonso Guerra -"Este no es el nuevo PSOE que dice Sánchez, sino otro PSOE"- ¿haría Antona lo mismo? Las elecciones generales serán fundamentales para diagnosticar por dónde pueden ir los tiros en Canarias.

@JC_Alberto