Romano Corradi

En 2019 se cumplen diez años desde que el Gran Telescopio Canarias (GTC, también comúnmente llamado GRANTECAN) empezó sus operaciones científicas. Se trata de una instalación científica puntera, casi enteramente made in Spain. Su espejo principal de 10,4 metros de diámetro, compuesto por 36 segmentos hexagonales, lo convierte en el telescopio óptico más grande del mundo actualmente en operación. La misión principal del GTC es dotar a la comunidad astrofísica española (así como la de sus socios: México y la Universidad de Florida) de un instrumento altamente competitivo para estudiar el Universo. Es un objetivo cuyo cumplimiento requiere del trabajo de un equipo técnico y científico altamente cualificado, así como de un apoyo constante por parte de las instituciones públicas que impulsan y financian GRANTECAN.

Cuando llegué a GRANTECAN en 2016 quizás fuera el momento mejor para aprovechar el trabajo de puesta a punto y planificación del telescopio que mi predecesor, Pedro Álvarez, había conseguido en años muy complicados por la crisis económica que golpeó todo el sistema científico español. Encontré una instalación productiva en cuanto a la calidad y cantidad de datos científicos que proporcionaba. Pero había que seguir mejorando: poner en marcha varias funcionalidades básicas del telescopio, mejorar la robustez y automatización de las operaciones y sobre todo instalar los nuevos instrumentos científicos que se estaban desarrollando para el GTC. MEGARA, HORuS, MIRADAS, GTCAO y FRIDA, … son todos nombres de nuevos instrumentos del GTC, algunos instalados recientemente y otros que se recibirán en los próximos dos años y que dotarán al GTC de nuevas capacidades para analizar en gran detalle la escasa luz que llega a la Tierra desde los sitios más recónditos del Universo.

¿Qué se espera de un telescopio como el GTC? Muy sencillamente: respecto a telescopios más pequeños, la gran superficie colectora el GTC permite detectar objetos celestiales más tenues, es decir o bien más lejanos o bien con un brillo intrínsicamente más bajo (o ambas cosas a la vez). Además, su capacidad de ver un tipo de luz que nuestros ojos no pueden ver, la infrarroja, permite observar a través de las espesas cortinas de polvo y gas que rodean algunos de los lugares más interesantes del Universo, por ejemplo donde nacen las estrellas, o el centro de nuestra galaxia donde se ubica un agujero negro con una masa de millones de soles.

Y la potencia del GTC ha quedado patente en los resultados científicos que se han presentado el pasado mes de diciembre en Valencia, en una conferencia dedicada enteramente al GTC. La detección de galaxias y estrellas que se formaron en las primeras etapas de la evolución del Universo, hace más de diez millones de años, o de fenómenos físicos anteriormente desconocidos que ocurren en la cercanía de los agujeros negros, son solamente dos ejemplos de los excelentes resultados que está alcanzando el GTC. Está participando también de forma activa en el estudio de los exoplanetas (planetas alrededor de otras estrellas), en tal detalle que se ha conseguido detectar los elementos químicos más comunes de sus atmosferas, como el sodio, el potasio, el oxígeno, o agua.

En estos años, también me he dado cuenta del impacto en la sociedad que puede tener una instalación como el GTC. La contribución a la economía local en cuanto a empleo (40 de los 65 trabajadores de GRANTECAN son canarios) y a contrataciones de servicios de todo tipo son consecuencias directas de la presencia del GTC. Pero nuestra misión es también educar, formar, y promover en la sociedad la importancia de la ciencia y la tecnología. Y en este sentido estamos llevando a cabo actividades formativas para alumnos de la educación secundaria obligatoria, estudiantes de escuelas técnicas, o jóvenes licenciados. Otras acciones se dirigen a aspectos ambientales, como la adopción de una flota de coches eléctricos alimentado por energías renovables para el desplazamiento diario de nuestro personal al Observatorio, o – en progreso- una gestión de residuos moderna y respetuosa para el medio ambiente. A esto se añaden charlas, congresos, exposiciones, eventos públicos como la presentación en 2018 de la Transvulcania o el estreno de la película de Mateo Gil “Las leyes de la Termodinámica”, las numerosas visitas al telescopio (en 2019 esperamos recibir más de diez mil visitantes) y una continua presencia en los medios de comunicación.

Mi esperanza, como científico, es que el GTC deje un legado de resultados relevantes en el campo de la Astrofísica moderna. Pero quisiera también que poco a poco cunda la idea de que tener aquí en Canarias una joya de la ciencia y tecnología como GRANTECAN es un bien de todos, que valoriza el cielo privilegiado de las islas y conlleva una serie de efectos socioeconómicos que son solo positivos. Y que se arraigue el concepto de que la investigación básica como la que se hace en Astrofísica es el primer necesario eslabón de la cadena del conocimiento y del desarrollo tecnológico, que a su vez son los instrumentos al servicio de la sociedad para, en último análisis, construir un futuro mejor y duradero.

Romano Corradi nació en Milano y obtuvo su licenciatura y doctorado en Astrofísica en la Universidad de Padova, Italia. Después de trabajar en el Observatorio Europeo Austral en Chile de 1991 a 1993, ha desarrollado toda su carrera científica en Tenerife y La Palma a partir de 1994, trabajando primero para el Instituto de Astrofísica de Canarias y luego para el Grupo de Telescopios Isaac Newton. Actualmente es investigador titular del Instituto de Astrofísica de Canarias y, desde 2016, director de GRANTECAN.