Y es que de un tiempo a esta parte, quien marca la pauta de los Carnavales chicharreros son los bazares chinos. Baratos, con disfraces hechos a 10 euros y con todo tipo de artilugios a precio de ganga. Poco a poco, están matando la tradicional fantasía que llevábamos a gala vestir. El chino es, como en todas sus actividades, el último remedio. Los históricos comercios donde íbamos a elegir las telas hasta con fotos en la mano, están cerrando en pro de una comunidad instalada aquí, que gana un dineral aquí, y que sale a una velocidad de vértigo. Es duro ver que pueden con nuestra industria, pero más duro es ver que lo hacen con nuestra complicidad, y que poco a poco la están mandando a hacer puñetas. Pero vivimos tan rápido que como excusa nos sirve para todo. Y de ahí el homicidio de quienes fabricaban con sus manos el mejor carnaval del mundo.

Es como todo, empezamos entrando por los precios bajos y acabamos reventando en mil pedazos la semilla que dio vida a lo que aún tenemos, pero en clara destrucción. No hablo de gente en la calle con cuatro harapos, hablo de un montón de personas que han situado con tesón y mucha ilusión, y más trabajo lo que hoy volatilizamos sin apenas darnos cuenta. Y quizás lleve algo de nostalgia, pero convendrán conmigo en que si bien generalizar es injusto, no me equivoco. Y después clamamos por nuestra tiendita o por el comercio local. Y esto no es una instigación al odio ni ninguna tontería similar, es la pura verdad. Pero lo triste es que al bazar chino vamos, como decía, como último recurso más que por el bajo precio. En cualquier caso, casi sin darnos cuenta, ha empezado muy lentamente la disociación del Carnaval de Santa Cruz en favor de un carnaval de cualquiera lado, importado por los trapos que decida una gran parte de los bazares de la comunidad china. Y es, sencillamente, porque somos imbéciles y acabaremos saliendo disfrazados de chop suey.

@JC_Alberto