En Los misterios de Udolfo, Ann Radcliffe expresaba como nadie la magia del Carnaval, su efecto disimulador y capaz de hacer olvidar los problemas de la sociedad cortesana. Con su maestría habitual para las letras, parte de esta obra gótica romántica recordaba que "el Carnaval parecía extenderse desde Venecia a lo largo de todas aquellas encantadoras playas, y el río estaba cubierto de naves que se dirigían hacia la ciudad, exhibiendo la diversidad fantástica de las máscaras", fiel reflejo del panorama vil y melancólico de la gran Venecia. Sin duda, el segundo mejor Carnaval del mundo, el de Tenerife, surte el efecto devastador y a la vez calmante de desplazar los verdaderos quebraderos de cabeza a un segundo plano, dibujando un paisaje mágico que poco tiene de real. En el desván siguen los disfraces, algunos arrugados y otros esperando la plancha que los lustrará para los días grandes en Santa Cruz. Galas, cosos y concursos para puntuar a las fantasías más originales que representan, con errores y aciertos en la métrica del diseño, la anatomía de la realidad canaria. Pero el día más esperado llega con el XXXII Concurso de Disfraces Populistas, que muestra la vena reivindicativa del Carnaval a través de las prendas más irónicas e irreverentes. A manera de trovadores y juglares italianos, consejeros, alcaldes y concejales de la Isla llenan la plaza del Príncipe para no perderse detalle. El certamen de disfraces está a punto de comenzar, y tras la actuación de la NiFú-NiFá, le toca el turno a las mascaritas. Salta al escenario el primer concursante con la fantasía Obrero, obrerito, este año para Vox un votito. Luciendo la paga por desempleo, con 60 años y tres hijos, Carmelo no tiene para llegar a fin de mes, pero votará al partido de Santiago Abascal porque los inmigrantes reciben más ayudas que él y le quitan el trabajo. Este diseño con reminiscencias de la ultraderecha, que decide entre pagar la hipoteca o comer, parece haber levantado a parte del público que con sus aplausos dan el visto bueno a esta alegoría del español medio patriota. El concurso, llevado magistralmente por los últimos políticos condenados por el caso Arona y Las Teresitas, continúa con el guión de improvisación, ofreciendo al respetable el segundo de los disfraces más esperados: Médico soy y esperando estoy; la lista de espera es cosa de pejigueras. Lucía viste una fantasía con 32 horas de guardia y más de 20 pacientes vistos en una jornada, con los mensajes del consejero destacando la espectacular gestión sanitaria pública en las Islas. La doctora se sube al escenario con los pacientes de los servicios de Urgencias durmiendo en camillas, conectados a tubos de oxígeno en los pasillos, esperando por una cama en una habitación. Risas entre los políticos, que se lo pasan en grande en su concurso favorito. El tercer participante, con la fantasía: Que quede entre nosotros, tú dame el dinero que yo te lo muevo y te quedas como nuevo. Sin duda el mejor disfraz de testaferro que ha pasado por el concurso en los últimos años, ataviado con traje italiano, maletín y llevando el dinero de los contribuyentes al buen recaudo del partido de turno. El público ovaciona al personaje por tan buen trabajo de diseño y estilo. El concurso está llegando a su fin, pero aún siguen regalando a la afición disfraces tan originales como el del diseñador Un poquito de dignidad, con la fantasía Escucha un momento y cállate un poco, te están engañando mientras tú sigues pasando. Sale al escenario una familia de un populoso barrio de la capital. Ella tiene una papeleta en la mano; él pregunta por el trabajo que le prometieron; los más pequeños un billete de Titsa para que se den una vuelta antes de la campaña electoral y vean las bondades de su barriada. La abuela levanta su pensión al son de una música que cada vez se escucha con menos intensidad. Las caras son un poema. El público calla, se miran entre ellos con el rubor que supone el silencio tras las carcajadas. Los políticos van abandonando la plaza. Vuelve a tocar la Fufa. Parece que algo ha cambiado en el certamen de este año.

@luisfeblesc