Yo soy feminista, pero no soy feminazi. La semana pasada vimos en las calles de toda España la exigencia del fin del machismo. Y creo que viene muy a cuento diferenciar el machismo de la violencia machista. Sencillamente, porque lo primero suelen ser unos tics heredados de poco tiempo para acá que hay que eliminar; y lo segundo es un delito o un asesinato desgarrador de perturbados. Y en la gran mayoría de los casos, un machista no tiene por qué ser un asesino. Y esto debiera de quedar cristalino, porque se están cometiendo una serie de tropelías por grupos radicales y politizados de mujeres que no tienen dos dedos de frente. Yo soy feminista porque como indica la RAE: "defiendo la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre". Pero no soy feminazi ni hembrista, que es el derecho de supremacía que defienden determinados colectivos femeninos de situarse por encima del hombre por ser mujeres. Y si soy feminista, las feminazis y su forma de proceder me parecen un asco.

Una amiga activista en el tema de marras, y a la que aprecio sobremanera, me dijo (en una ocasión muy revuelta para mí) que para ella yo no era machista pero sí que tenía algunos gestos. Pero lo asumo, porque la generación de mi madre fue educada para quedarse en casa, criar a sus hijos y no dedicarse a trabajar fuera del hogar. Quiero decir con esto, que el mundo (para bien) ha cambiado mucho en muy poco tiempo en derechos, deberes, libertades, independencia económica, reproducción y otras tantas facetas. Y los niños son lo que ven. Y hace pocos años la norma era el machismo a rajatabla. Pero cosa bien distinta es que en un momento dado (quizás desacertadamente) quisiera hacer daño a una serie de mujeres, que me lo hacían a mí, y les dijera alma mía por esta vía. Y nos queda la violencia machista, que no tiene nada que ver con todo esto, sino con los tribunales y la cárcel, ya que hoy por hoy es ilegal cortarle los huevos en público a un asesino.

@JC_Alberto