Entre pitos y flautas y flautas y pitos las dos citas electorales de abril y mayo nos van a costar a todos los españoles más de 300 millones de euros. Pero eso, siendo mucho, no es nada. A todos los partidos les ha entrado un frenesí político que les lleva, allí donde gobiernan, a vaciar las arcas gastando lo que se tiene y lo que no se tiene en inversiones y nuevos gastos. Encabeza la carrera el Consejo de Ministras, Ministros y Ministres, dedicado a emitir cheques sin fondo en los viernes sociales que están dibujando una campaña electoral desde el Gobierno agonizante.

España tenía una deuda pública de 438.000 millones de euros en el año 2008. En una década casi la hemos triplicado, pasando a un billón ciento setenta y cinco mil millones. Y el globo se sigue hinchando. Cada español, debe unos 25.000 euros por barba, aunque no tenga barba. Y eso que hoy somos más a pagar. Concretamente un millón más que en 2008, cuando debíamos 9.500 por cabeza.

Les puede parecer intrascendente, pero cada día estamos apoquinando 90 millones de euros por los intereses de lo que debemos; por el dinero que nos han prestado para seguir manteniendo un nivel de vida absurdo, falso, de nuevos ricos, que no se corresponde a nuestras posibilidades.

Este país sigue gastando más de lo que ingresa. Unos 30 mil millones al año, que este año podrían ser más por esta espiral de decisiones electorales. La subida de las pensiones las ha puesto en 150 mil millones al año, con un agujero en las cotizaciones del sistema que este ejercicio superará los 20 mil millones: tendrán que salir de los presupuestos. Además se ha subido el sueldo a los más de tres millones de empleados públicos, que ganan salarios entre un 30 y un 40% superiores a los del sector privado. Hay apenas catorce millones de trabajadores en el mercado para sostener el tinglado, con salarios que a veces son inferiores a las pensiones que se pagan. Y tres millones de empresas de las que el 98% son pequeñas y medianas, con una recaudación sobre beneficios que ha caído hasta los 24 mil millones desde los 44 mil que se recaudaban antes de la crisis.

No hemos reformado las administraciones, hemos aumentados los gastos públicos hasta la cifra récord de 475 mil millones y seguimos pidiendo a los mercados préstamos por los que pagamos una millonada en intereses año tras año. Esta es una política claramente suicida que se basa en pasarle el mochuelo a los que vengan después, para que ellos carguen con los problemas que hoy no sabemos solucionar. Rodríguez Zapatero, con su cheque bebé y su Plan E, se gastó el dinero que tenía intentando calentar la economía. Vino la crisis y nos pasó a cuchillo. Hoy vivimos un escenario muy parecido. Hay intensas nubes de tormenta en el horizonte de Europa y del mundo, pero gastamos como si no hubiera un mañana. Definitivamente, no hemos aprendido nada.