Existen personas que de repente forman parte de tu mundo, que llegaron para quedarse, y que al analizar su sonrisa ya sabes a ciencia cierta que son buenas personas. Honestamente, ningún título vale más en la vida que el que te consideren buena persona.

Me estoy refiriendo al púgil tinerfeño Caco Barreto, que en un combate de boxeo épico, y cuando iba perdiendo, según el criterio de casi todos los jueces, terminando el combate y sacando fuerzas como traídas por un espíritu que se las integró en su cuerpo, consiguió la hazaña de remontar, dando un espectáculo que tardará mucho tiempo en olvidarse.

Mi recuerdo del boxeo se remonta a mi pueblo natal, Vallehermoso, porque llegaban noticias de que un primo segundo mío, Mingo Fernández, practicaba el boxeo en algún gimnasio de Tenerife y me parecía tan mágico que yo siempre preguntaba por él. "Mingo ganó", decía su abuela Ermisenda y lo hacía con una voz sonora para que todo el pueblo se enterase. Vallehermoso tiene una configuración especial que hace que las noticias resuenen con eco. Mingo, cuando venía al pueblo, corría por la carretera que va a la playa y se detenía entre carrera y carrera a hacer lo que en boxeo se denomina sombra. Se asomaban todos los vecinos a verlo pasar. En el patio de tía Juana, que hacía las veces de cuadrilátero imaginario, y tenía como techo un parral lleno de uvas, Mingo nos deleitaba con su juego de pies y el movimiento armónico que tienen los estilistas en este deporte.

Años más tarde emigré a Venezuela y el destino me puso en el camino a Nelson Calzadilla, que era boxeador y estuvo en el año 1974 en las Olimpiadas de Montreal. Con él viví el boxeo de forma apasionada y conocí a algunos púgiles: Betulio González, Fulgencio Obelmejias, Carlos Morocho Hernández y a Engels Pedroza, entre otros. No recuerdo quién de ellos se enfrentó a Kick Pambelé en La Guaira, pero lo memorizo sencillamente apoteósico. Después de cada velada nos íbamos a una arepera que quedaba por Maiquetía y discutían todos los combates de forma muy acalorada. Una vez nos dio el día comentando round a round todas y cada una de las peleas. Ahí se discutía de boxeo y béisbol. Son recuerdos y vivencias que no podría olvidar aunque quisiera.

Han pasado los años, y lo más reciente en este deporte conocido como el noble arte me une hace una semana a un tinerfeño humilde, buena persona, sensato, maduro para su edad, con capacidad de emocionarse, con ganas de vivir y que la vida le sonría: Caco Barreto.

Su padre, su tío fallecido, su hermano, su hermana, su madre, su entorno? todo hizo que el pasado domingo, en el recinto ferial, surgiera la magia, proclamándose, en los últimos minutos de este imborrable combate, Campeón de España de Peso Gallo. ¡Todo fue tan mágico?! Su vida ha sido tan sacrificada que le he dicho a una persona de una importante productora que tiene el guion perfecto para una serie de televisión o de una plataforma digital.

Caco tiene un arma letal que es su humildad, y con su sonrisa puede hacerle a la vida un KO. A este joven de Añaza le espera todo un camino por delante lleno de logros. El domingo fue el duro combate y el lunes, a las 8:30 de la mañana, estaba en su puesto de trabajo en una empresa de mensajería y paquetería. Caco está viendo la vida de frente y sigue sonriendo.

Gracias por emocionarme, Caco Barreto.

*Vicepresidente y consejero de Desarrollo Socioeconómico del Cabildo de Tenerife