Hace unos días lo contemplaba con pena en una preciosa playa del Porís de Abona. La arena llena de apestosos restos de plásticos. Supongo que en otras playas de la Isla pasa lo mismo. Incluso ya hay cuadrillas que se dedican a limpiar lo que otros tiran al mar. De nada han valido campañas de prevención o estudios científicos para concienciarnos. Somos unos cochinos?

La epidemia de desechos de plástico está llegando a niveles alarmantes. Algunos países a los que mandamos la basura que aquí no reciclamos ya no dan abasto. Desde que se abandonó la costumbre de reutilizar los envases de vidrio y se sustituyó por la despilfarradora práctica de usar y tirar, el volumen de residuos que generamos no ha hecho más que crecer y crecer. Algo parecido ocurre con la práctica comercial lamentable de la obsolescencia programada, que está llenando hoy los vertederos de África con la cacharrería caducada proveniente del Primer Mundo.

Está claro que la única solución razonable a estos problemas pasa por la intervención y la prohibición de estas prácticas nocivas. En el caso de los envases, fomentando la reutilización de los envases de vidrio en lugar de los desechables de plástico o aluminio. Desgraciadamente, los intereses comerciales y la voluntad política no parece que vayan por el camino de dar una solución a algo que debería ser una urgencia.