Lo había repetido cientos de veces. Quizá miles. "Cuanto antes mejor". "No puedo más". "Ángel, por favor". "Me siento mal, muy mal". Y así un día tras otro, mes tras mes, año tras año. Y fueron muchos. Muchos años. Treinta de enfermedad. Los últimos diez insoportables. Con la decisión más que tomada. Sin derechos ni dignidad. Cuando lo mejor que puedes esperar es morir... qué esperanza tan cruel ¿verdad? Parece que nada puede ser peor, pero sí: no poder hacerlo por ti mismo.

Una esclerosis múltiple desde que tenía treinta y dos. Un peso demasiado grande para arrastrarlo tanto tiempo. Viendo la vida pasar mientras a ti te pincha. "Si a una persona se le cercena el derecho a la vida porque no puede vivir, no es que haya pena, es un problema de proceso de destrucción de su cuerpo y de su mente; y llega un momento en el que ya no se quiere ni médicos ni paliativos ni nada: solo quiere irse, irse dulcemente". Ángel, que lleva toda la vida con ella, lo sabía bien. Él mismo impidió su suicidio con anterioridad a la espera de una ley que no llegó a tiempo. Se le negó lo único que había pedido: el bien morir. Pero el martes preguntó: "¿Lo hacemos mañana?" -"Cuanto antes", respondió.

Para María José Carrasco, como anteriormente para Ramón Sampedro, la vida era una obligación, su enfermedad y su discapacidad les suponía un infierno y en lugar de tratar de recuperar las ganas de vivir, decidieron luchar por morir, por morir dignamente y que nadie tuviera problemas legales tras su muerte. Por eso grabaron su momento. Para concienciarnos a todos de que no hay nada más cruel que mantener vivo a quien el dolor le mata cada día. Sin cura posible y sin esperanza.

No voy a negar que la eutanasia es un tema delicado. No es solo la decisión personal sino la cultura, la religión, la pena por parte de los familiares y seres queridos... Aceptar la muerte no es fácil para nadie, pero aceptar que alguien quiere morir es aún más complicado.

En algunos países como Bélgica, Holanda y varios estados de los Estados Unidos, la eutanasia es algo legal que se ha amoldado con total normalidad en la sanidad y cada vez son más las personas que solicitan este tipo de muerte. No es que la eutanasia sea contagiosa, es que siempre ha existido y casos como los de María José y Ramón no son tan extraños, pero siempre han permanecido en la sombra y han logrado la muerte a espaldas de la ley.

Lo mediático de estos casos, con el vídeo de su muerte y la película Mar adentro, propiciaron que en España se abriera un debate que enfrenta infinidad de posturas. Un enfrentamiento que no lleva a ningún lugar, porque lo cierto es que si alguien está convencido de su decisión, hará todo lo posible porque esta se convierta en una realidad.

No podemos juzgar a nadie por sus decisiones o sus actos, tampoco podemos obligar a que cambie de parecer, ¿qué es entonces lo correcto? Probablemente, no haya nada correcto, solo respeto hacia una decisión. El amor y la comprensión serán más fuertes que cualquier idea personal.

No es mejor opción elegir vivir o morir, simplemente, son decisiones personales e individuales, en las que no se debería intervenir. Seguro que a todos nos parece descabellado obligar a una persona a morir o convencerla para que muera, pero ¿por qué obligar a alguien a vivir?

"Mar adentro, mar adentro. Y en la ingravidez del fondo, donde se cumplen los sueños, se juntan dos voluntades para cumplir un deseo. Un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno. Y en una metamorfosis, mi cuerpo no es ya mi cuerpo, es como penetrar al centro del universo. El abrazo más pueril y el más puro de los besos. Hasta vernos reducidos en un único deseo. Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo, sin palabras más adentro, más adentro. Hasta el más allá del todo, por la sangre y por los huesos. Pero me despierto siempre, y siempre... quiero estar muerto, para seguir con mi boca enredada en tus cabellos". (Ramón Sampedro).

Feliz semana.