El candidato Clavijo subirá al Gólgota judicial de La Laguna esta Semana Santa para prestar declaración en la causa que se le instruye por el caso Grúas. Debe estar acostumbrado porque es la segunda campaña electoral que le han decorado como un árbol de Navidad, pero con sus propias bolas colgando del abeto.

Los caminos del Señor son inescrutables, pero los de la Justicia, que es una obra humana y no divina, no. Al candidato nacionalista se le denunció por parte de la oposición política, cuando estaba ya en la Presidencia, por el asunto de un crédito de ciento veinte mil euros para salvar de la muerte a una empresa de grúas. El asunto vivió diversas vicisitudes judiciales y acabó en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, que anduvo esperando por un informe de la Fiscalía -que al final se desveló como exculpatorio-, que nunca acabó de llegar.

Lo que llegó fue el fin de los aforamientos y el regreso de la causa de Clavijo a un juzgado ordinario.

La gente, en general, no entiende de sutilezas. Se queda con los trazos gruesos de la historia. Por eso queda solo para exquisitos paladares la rareza de que un asunto de medio pelo haya terminado en las manos de la Fiscalía Anticorrupción, que es a la Fiscalía como los cuerpos especiales de marines al ejército regular. Un cuerpo de élite que por donde pasa no vuelve a crecer la hierba.

En más o menos dos semanas, esa Fiscalía realizó un informe demoledor en donde aprecian, ahora sí, indicios delictivos. Demostrando el manejo de la metáfora, la fiscal general del Estado, la señora Segarra, calificó ese informe como un trabajo ?sosegado?. Lo que hace pensar que los anteriores, que llevaron meses, se hicieron de otra manera. Todo informe exculpatorio es pues, por definición, precipitadamente precipitado.

A Clavijo le ponen a parir desde la oposición política porque se defiende como un gato panza arriba diciendo que la Fiscalía del Estado está poniendo demasiado cariño en su imputación. Le acusan de que dudar del recto proceder de la Justicia es antidemocrático. La Fiscalía, que se nombra por el Gobierno de turno, es una pieza del sistema, pero no es la justicia, en términos mayestáticos. Pero en todo caso, Clavijo tiene el hombre derecho a invocar la doctrina de Pedro Sánchez, que en el año 2012 ponía a parir a la jueza Alaya, que instruía el caso de los ERE en Andalucía, diciendo que él no creía en las coincidencias y que la jueza estaba haciendo coincidir los tiempos electorales con los políticos. Algo de razón tenía porque el caso de los ERE está siendo un espantoso bluff.

Sea como sea, el candidato de Coalición a la Presidencia del Gobierno va a seguir imputado, casi con toda sosegada seguridad, a la vuelta de las elecciones autonómicas. Y eso muy previsiblemente, hará totalmente imposible que algunos partidos apoyen su investidura. O sea, que acabe como acabe el futuro juicio, el trabajo tiene apariencia de estar muy bien hecho.