Tiene más de cien estrenos a sus espaldas y una bien ganada fama de experto en Isaac Albéniz que, según reconoce, le pesa a veces "como una losa". José de Eusebio desembarca mañana en el Auditorio de Tenerife, donde le aguarda el estreno de la versión inglesa de "Henry Clifford", obra del gran compositor español natural de Camprodón al que el XXV Festival de Música de Canarias recuerda en el centenario de su muerte, un homenaje que por desdicha no va a tener su justa dimensión en una España que de forma contumaz olvida y margina a sus genios.

La Filarmónica de Gran Canaria y un nutrido grupo de cantantes y coralistas lo ayudarán a trasladar al público una ópera de corte épico ambientada en la Guerra de las Rosas. Será la última gesta de un director y musicólogo que ha combatido contra molinos de viento -es decir, contra la inveterada desidia española en materia cultural- para convencer al mundo musical de que Albéniz no sólo es el autor de una obra maestra de la literatura pianística, "Iberia", sino un operista y compositor orquestal que aún espera ser reconocido. Fuera de España el titánico esfuerzo de José de Eusebio ya fue recompensado con un Grammy por la grabación de la ópera "Merlín" y una segunda nominación, el pasado año, por "Pepita Jiménez", grabada en 2006 junto a Plácido Domingo.

-Prestigiosos intérpretes afirman que se puede dedicar toda una vida a Beethoven, Schubert o Wagner. ¿Es posible decir lo mismo de Albéniz?

-No, porque me moriría de hambre. Ojalá pudiera suscribir la idea, pero para eso debería vivir en un país con una cultura asumida y que careciese de complejos en este ámbito. No es el caso. En España no se dan las condiciones para ello, de hecho, he debido dedicar buena parte de mi vida a rescatar repertorios desconocidos, entre ellos el teatral de Albéniz, a causa de la falta de apoyo institucional. Y he de decir, respecto al autor de "Iberia", que se trata de un proyecto casi acabado para mí, porque el 90 por ciento del trabajo de recuperación ya ha sido realizado.

-¿Qué diferencias detecta entre la versión italiana de "Henry Clifford" y la inglesa que ahora se presenta?

-La principal es académica o, si se quiere, formal. Albéniz concibió su obra en inglés y eso nos legitima para decir que lo que estos días ofrecemos en Canarias es un estreno absoluto, ya que el compositor no logró presentar en su día la versión original. Este impedimento se debió a la estúpida política cultural de la época, que es un poco como la de ahora, aunque con otras formas. Los programadores de entonces -hablo del Liceo y del Real, influidos por la moda italiana, que aconsejaba recurrir a la Casa Ricordi- determinaban que un compositor español debía escribir sus óperas en italiano o traducirlas a este idioma si quería verlas representadas.

- Estas modas siguen pesando hoy, en el gusto del público y en la política de programación de orquestas y festivales.

-Pocas cosas han cambiado en España, donde, además de no haber un timón cultural, se gasta dinero público en promocionar repertorios no españoles. Me parece muy bien que una orquesta dedique su temporada a programar música de Beethoven, que todos admiramos, pero aparte de regalar los oídos al público hay que trazar otros objetivos. El dinero que viene de los impuestos también debería servir para fomentar el conocimiento del repertorio español y difundir el trabajo de sus intérpretes.

-La historia de Henry Clifford se enmarca en la Guerra de las Dos Rosas, novelada por Stevenson en "La flecha negra". A diferencia de este gran relato, algunos achacan que el libreto de la ópera de Albéniz es aburrido. ¿Realmente es así?

-La obra se basa en hechos históricos, el enfrentamiento entre las casas de Lancaster y York en una guerra que duró veinte años y que en el libreto se reduce a tres. A quien piense que éste es aburrido le desafiaría a que cite tan solo diez libretos cuya lectura sea amena. Salvo los que Lorenzo Da Ponte y Hugo von Hoffmanstahl escribieron respectivamente para Mozart y Richard Strauss, verdaderas obras de arte literario, el resto son tostones. Lo que ocurre es que los españoles padecemos un complejo de inferioridad cultural (como hasta hace poco en el deporte o en el cine) y hay que desprestigiar como sea la creación de un autor nacional. Como la música de "Henry Clifford" no se puede atacar, se ataca al libreto, que, es verdad, no es lo mejor de la obra, pero ésta se sostiene perfectamente. Algunos de los cantantes ingleses que participan en la representación son fervientes defensores de esta obra, y afirman, por ejemplo, que lo escrito por Albéniz supera a cualquier ópera de Britten (dicho por expertos en el compositor inglés) y no está por debajo del primer Puccini.

-La Comunidad de Madrid, por un lado, y el sello inglés Decca, por otro, son los que han apostado por el rescate del Albéniz dramático. ¿Y el Gobierno? Hasta hace poco la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales no parecía haberse enterado del centenario de la muerte del compositor.

-La Administración y los teatros han hecho algo, pero muy poco. Pasan por la conmemoración como de puntillas, con programaciones acomplejadas, poco ambiciosas, ajenas a la realidad. Un ejemplo lo tenemos en el Liceo de Barcelona, que ha programado ¡en el foyer! recitales de canto y piano a partir de extractos de óperas de Albéniz. En cuanto al Real, va a mostrar alguna obra del compositor orquestada por mano ajena. En todos los casos se trata de cumplir el trámite, cosa que no ha hecho el Festival de Música de Canarias, cuyo director se ha implicado personalmente en el proyecto de "Henry Clifford". Estoy preparando ahora la obra originalmente escrita para orquesta por Albéniz, que da para dos discos, lo que quiere decir que también daría para un concierto. Pero no hay interés. "Merlín", ópera de Albéniz que dirigí en 2003 en el Real, fue la producción española de mayor impacto mediático a escala internacional. Y a pesar de ello, ni la reponen. Sólo hay una explicación: no creen en nuestra música ni hay políticos dispuestos a presionarles en este sentido. Otro síntoma inequívoco de complejo cultural. Este año se cumple el centenario de la muerte Albéniz, pero el próximo será el del 150 aniversario de su nacimiento. ¿Se hará algo? Me temo que sólo si lo hace antes el MET de NuevaYork y tiene un gran éxito.

-Para poner en pie las óperas de Albéniz ha realizado una larga y difícil labor de campo. ¿Los problemas burocráticos que ha encontrado en su camino son un índice de lo que es España en materia de gestión de los recursos culturales?

-Más que un índice es una descripción fiel. La investigación sobre Albéniz la he pagado de mi bolsillo. No hay problema, al fin y al cabo se trata de una iniciativa particular mía. Lo que es alucinante es que luego hayan venido determinadas personas pidiéndome cuentas y exigiendo que les entregara el producto de mi trabajo, cuando yo no le debo nada a nadie. Después hay otro problema: el acceso a los fondos. No puedo criticar a los bibliotecarios, porque a veces me he encontrado con que sólo había dos personas para atender al público y, en mi caso, era necesario rebuscar, sacar cajas, microfilmar? Todo eran inconvenientes. Cuando llegan los editores, te dicen que publicarán las obras si les garantizas que se van a tocar, como si dependiese únicamente de mí. A lo largo de todo el proceso de recuperación de las obras de Albéniz ha habido que ir paso a paso, hasta que ha llegado una multinacional (Decca) y ha decidido grabar una ópera, o hasta que una institución (la Comunidad de Madrid) ha dado su apoyo. Gracias al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, melómano y sobrino-nieto del compositor, se pudo hacer "Merlín", que me valió el Grammy en 2001.

-Su carrera se toca en varios puntos con Canarias a través de Albéniz. Guillermo González fue su profesor de piano e investigó de forma paralela los orígenes de la "Iberia"; y recientemente dirigió a la OST y a Miguel Baselga en obras para piano y orquesta de Albéniz.

-Tengo una relación estrecha con la Filarmónica de Gran Canaria, con la que me encuentro muy cómodo, y el pasado mes de noviembre tuve mi primer contacto con la Sinfónica de Tenerife, que se arriesgó con un programa raro. Realmente da gusto venir a sitios en los que el dinero público destinado a la música se gasta con sentido. Canarias es una excepción saludable, un paraíso dentro del Estado, donde la divulgación musical está dejada de la mano de Dios. En cuanto a Guillermo, qué puedo decir de él, sino que lo quiero mucho: lo conozco desde que era un crío y le debo casi todo; de pequeño lo veía como un maestro inalcanzable; luego, hemos compartido proyectos (Albéniz es una pasión compartida, fue él quien me introdujo en su música) y, en definitiva, es "culpa" suya que yo esté metido en este sarao. Lo admiro como persona y como artista.

-Hay una ópera de Albéniz que tiene relación histórica con Canarias, "San Antonio de la Florida". ¿Cuándo saldrá de la gaveta?

-Bueno, es una obra muy zarzuelera, corta y llena de tópicos. Lo gracioso del asunto es que el material se encontró en Cuba, porque los originales que estaban en la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) se perdieron. Por fortuna, había una partitura en La Habana, y estaba allí porque en su día no fue devuelta a España.

-Los melómanos siempre se preguntan qué obras habrían escrito Mozart o Mendelssohn si no hubiesen muerto tan jóvenes. Pero Albéniz falleció a los 49 años. ¿Por qué derroteros habría ido su carrera musical?

-Por la ópera, sin ninguna duda. En los últimos ocho o diez años de su vida era su gran aspiración. Si antes de caer enfermo alguien le hubiese preguntado al respecto, habría dicho que se consideraba operista. Pero la gente que tenía a su alrededor -española para más señas- le comió la moral cuando ya estaba enfermo, tratando de disuadirle. Entretanto en Francia se le consideraba un Dios. Pero él deseaba entrar en el gran repertorio, y lo hizo, sin embargo, con una obra pianística, "Iberia", que tiene una marcada vocación orquestal, de hecho en la partitura aparecen consignadas "doce nuevas impresiones sinfónicas".

-Es de suponer que hay vida después de Albéniz y que José de Eusebio tendrá proyectos relacionados con otros compositores.

-Tengo muchos. Adoro a Albéniz, pero es verdad que estoy saturado de etiquetas, de modo que dedicaré los próximos años a quitarme la de "especialista" que me han puesto. Cuando en España te cuelgan esta etiqueta no es para elogiarte, sino para sugerir que no puedes hacer otras cosas. Al fin y al cabo, "has jodido a mucha gente", como me recuerda una amiga en relación al Grammy logrado después de tantas batallas. Lo cierto es que tengo más de cien estrenos a mis espaldas, que en el futuro adoptaré como rutina saludable la interpretación de música contemporánea y que me espera un mercado internacional que estoy ansioso por explorar.