Daniel Canogar (Madrid, 1964) es un artista visual que, después de iniciarse en la fotografía, su gran pasión, ha evolucionado hacia las instalaciones que conjugan luz y oscuridad, en busca del volumen y las tres dimensiones. Utiliza materiales reciclados que encuentra en vertederos, chatarras o puntos limpios. Con cables informáticos y telefónicos ha dado forma a "Scanner", la instalación que hasta el 9 de mayo puede ser visitada en el Espacio Cultural El Tanque de Santa Cruz, un recinto que calificó de "sorprendente, magnífico, insólito y único; una auténtica catedral industrial del arte en mi opinión".

¿Cómo definiría "Scanner"?

He utilizado cables telefónicos, eléctricos e informáticos de distintos colores como los rojos, blancos y grises. En su día circuló mucha información por ellos, casi se puede escuchar aún el zumbido de los electrones. La luz produce una especie de "chispazos" y parece que se desplaza en un viaje a través de los cables. El resultado es una gran instalación que atrapa, una enorme tela de araña que crea en el público una cierta sensación de temor hasta que la vista se acostumbra a la penumbra. Espero que la gente de Tenerife la visite y disfrute porque mi idea es que el espectador sea activo, se mueva por el espacio y, físicamente, aprecie las distintas ópticas de la obra.

Parece buscar una relación entre tecnología y ser humano.

Sí, hay una referencia al nexo entre las tecnologías y el cuerpo humano porque el conjunto recuerda a un gran cerebro. Además de que la resurrección de los materiales está relacionada con la caducidad del ser humano; es un poco como la vida y la muerte de la máquina y del hombre. Supone un reflejo de nuestra caducidad, de lo efímero de la vida. Una especie de "vanitas" del Barroco, un período con el que me identifico bastante.

¿Qué piensa que caracteriza su obra en general?

Mi proyecto artístico toma como base la idea de recuperar material tecnológico obsoleto, que se ha tirado a la basura y deja de utilizarse. Casi es un trabajo "arqueológico". Empecé como fotógrafo y la imagen sigue muy presente en mi obra. La fotografía es luz y oscuridad, un diálogo eterno en la historia del arte, y esta instalación también juega con esa esencia en la que lo cierto es que me siento muy cómodo. Si tuviera que resumir diría que busco pasar de la fotografía plana a las tres dimensiones y que el público se sienta rodeado por mi trabajo. Se trata de expandir la fotografía.

¿Qué le parece el Espacio Cultual El Tanque?

Increíble, magnífico e insólito. Una auténtica catedral industrial del arte con una referencia muy interesante a la energía que mueve el mundo por el crudo que almacenó. Inspira para hacer cosas muy difíciles de intentar en otro sitio. Por ejemplo, "Scanner", que he tardado dos días en instalar, está montada aquí en unas dimensiones muy superiores a las otras veces.

¿Tiene un método de trabajo?

Sí, claro. Tengo una cámara que es el origen de todo y mi instrumento básico de trabajo. Creo que el arte es el estado de permanecer siempre atento. Mi misión es descubrir lo que ya existe. Hago una foto, la amplío y la coloco en el tablón de mi estudio hasta que surja algo.

¿Y el proceso de creación de "Scanner"?

Pues fue diferente y curioso, ya que nació por accidente. Estaba viendo una película en el estudio y sobre el televisor había un montón de cables para otro proyecto. En el momento de los créditos finales se desprendieron, cayeron sobre la pantalla, y vi con total nitidez el efecto original sobre el cual montaría luego la instalación.

Fue elegido para crear una instalación en el atrio de la sede del Consejo de la UE en Bruselas con motivo de la presidencia española ¿Cómo lo valora?

Como algo muy positivo e inesperado, más al ser elegido por un jurado profesional. Quedé muy contento del resultado de la pantalla de leds de 33 metros de largo por 1,65 de ancho. Por allí pasan unas 3.000 personas al día desde la calle al interior y viceversa. Mi intención era crear un concepto de camino y darle algo de vida con chispas de luz a un edificio funcionarial en su arquitectura, muy poco atractiva. Quería dar la sensación de una aventura como aventura, creo que es el propio proyecto europeo. He recibido felicitaciones de la gente que reside y trabaja allí, lo cual supone una enorme satisfacción personal porque he superado este reto.

Tiene obra casi en todo el mundo ¿Cómo hace para desarrollar tantos y tan variados proyectos?

Es bueno porque eso significa que hay trabajo, pero a veces me gustaría disfrutar más de los proyectos. Me paso todo el día viajando de un sitio a otro. Tener muchas obras expuestas al mismo tiempo es como acelerar demasiado el paso, pero no puedo renunciar a propuestas tan interesantes como la del Museo de Arte Moderno de Nueva York, que me ha encargado la simulación de un cerebro humano. Me hace ilusión.

¿Existe algún artista que le inspire o influya especialmente?

Hay un norteamericano, Anthony McCall, cuya obra es de los años 70 y ha vuelto a estar de moda. Me interesan mucho los efectos que consigue con el humo artificial, que le da mucho volumen a la escultura. Es una imagen cercana al cine, no como narrativa sino en el sentido de soporte visual, y al mundo de la psicodelia.

¿Ha evolucionado con los años?

Claro, y espero seguir así porque eso nos mantiene vivos a los artistas. La vida personal, lo biográfico está siempre ahí, muy presente. Cada experiencia supone avanzar. Por ejemplo, aquí en El Tanque ya estoy pensando en el futuro y en la posibilidad de volver con otra idea. Creo que cada vez soy menos libre, pero también he adquirido seguridad al atreverme a hacer algo como las instalaciones muy grandes. Y respecto al mercado hay que saber llevarlo. Al principio me costaba mucho ir a las ferias de arte, pero hoy en día he aprendido a hacer otro tipo de diseños para llevarlos ahí. Aunque me niego a caer en el puro mercantilismo. De hecho, he intentado hacer obras para la venta y me han salido fatal, se ha notado bastante.

Canogar no es un apellido muy común. ¿Tiene algo que ver con...?

(Sonríe antes de afirmar sin dejar terminar la pregunta): Sí, Rafael es mi padre. (Rafael Canogar es uno de los mejores pintores abstractos españoles, fundador, junto a otros genios, del mítico Grupo El Paso).