Las más de cien millones de "pipas" de porcelana con las que el artista chino Ai Weiwei cubrió el pasado año el suelo de la Tate Modern de Londres contienen trazos de plomo, un metal considerado venenoso, según una investigación llegada a cabo por la galería.

Una portavoz de la Tate también aclaró que los expertos habían concluido que la instalación no conlleva un "riesgo para la salud" del público.

En un principio, la Tate permitió al visitante que entraba en su Sala de Turbinas pisar a sus anchas las falsas semillas de girasol que tapizaban el suelo.

No obstante, tan sólo dos días después de la inauguración de la curiosa exposición en octubre del pasado año, la galería tuvo que prohibir el paso a dicha sala por considerar que el polvo que levantaba ese material podría suponer un riesgo para la salud.

La instalación pasó entonces a ser contemplada desde un puente instalado dentro de la galería.

Sin embargo, otros análisis posteriores realizados a las falsas semillas y al polvo que éstas levantan han mostrado que las pipas contienen trazos de plomo, un metal considerado venenoso.

"La Tate llevó a cabo pruebas en las semillas para comprobar su solidez antes de instalar el trabajo en la Sala de Turbinas. La Tate también desarrolló más pruebas en el polvo generado por la interacción entusiasta del público durante los primeros días", explicó esta fuente.

La portavoz añadió que tras el segundo test, se informó a la Tate de que el polvo "podría ser dañino para la salud tras una exposición prolongada. Las pruebas muestran que hay trazos de plomo presentes en el material de las semillas y el polvo que resulta por la interacción con el trabajo de los visitantes".

Pese a esto, la portavoz remarcó que los especialistas habían concluido que "la instalación, tal y como actualmente puede verse en la Sala de Turbinas, no supone ningún riesgo para la salud".

Las "pipas" en cuestión están fabricadas con porcelana de la máxima calidad y pintadas a mano sin que haya dos iguales.

Todas han sido producidas según los métodos tradicionales en la antigua ciudad de Jingdezhen, famosa por su producción de porcelana para la corte imperial.

Cada una de las pipas que componen la undécima instalación de la Sala de Turbinas, la "Sunflower Seeds" ("Semillas de Girasol"), se moldeó y se fundió en un horno a 1.300 grados centígrados, se pintó luego a mano y se metió de nuevo en el horno, esta segunda vez a una temperatura de 800 grados centígrados.

En dos años los artesanos contratados por Ai produjeron más de cien millones de pipas.