Carlos Belda, director, y Josefa Suárez, jefa de producción, se muestran satisfechos a la hora de hacer balance sobre la obra "Refinado, la cruda historia" que durante los meses de diciembre y enero se ha representado en el Espacio Cultural El Tanque de Santa Cruz de Tenerife. Ambos coinciden al afirmar que la experiencia ha sido muy positiva, como demuestran las catorce funciones programadas y la asistencia de tres mil espectadores. Son datos que llevan a esta pareja artística a afirmar que es posible tener un teatro de temporada con compañías canarias en el área metropolitana tinerfeña. Además, aseguran que han cumplido con la intención de esta iniciativa, organizada por la Asociación de Amigos de este espacio cultural: llevar un público nuevo a El Tanque.

¿Cuál es su balance de "Refinado, la cruda historia"?

A nivel artístico, hemos cumplido lo que se nos pidió: atraer a El Tanque a un público distinto, no habitual. La campaña publicitaria y de comunicación ha sido muy buena, pero lo que ha funcionado es el boca-oreja. Mucha gente se acercó atraída por la historia que se contaba. Cuando propusimos hacer catorce funciones, doce para el público en general, y dos para escolares nos parecían demasiadas porque pensamos que no habría espectadores para la producción. La realidad ha demostrado que es posible hacer teatro de temporada en un área metropolitana, Santa Cruz-Laguna, que tiene medio millón de habitantes. Además, con el añadido de pagar una entrada, aunque fueran cinco euros, porque el público de calidad es el que pasa por taquilla.

Las funciones para escolares tuvieron una gran aceptación.

Acudieron alumnos de cursos de instituto que en sus programas curriculares incluyen temas directamente relacionados con la historia que cuenta "Refinado". Los profesores nos felicitaron y ahora esperamos que nos envíen las conclusiones. Nos interesan por la opinión fresca que siempre tiene los jóvenes sobre lo que ven.

¿Tendrá continuidad este proyecto?

En principio, no. Era un espectáculo hecho ex profeso para El Tanque. Creo que la historia, el contenido, es exportable, no así el continente, muy difícil de adaptar a otro escenario. La música estaba hecha expresamente para este espectáculo y la acústica de El Tanque es única e irrepetible.

¿Cuál fue el punto de partida de este proyecto?

La idea partió de la Asociación de Amigos de El Tanque, a la que hay que agradecer, igual que a la Viceconsejería de Cultura, que se haya arriesgado. Tuvimos la suerte de contar con el mejor equipo posible en Canarias, el que queríamos. Resultó clave también la implicación de las empresas Cepsa y Disa. Muchos de sus trabajadores, ya jubilados, desde directivos a personal de limpieza, formaron en determinadas representaciones un público especial que vibró con los recuerdos de una etapa que abrió nuevas relaciones sociales.

Un escenario especial

¿Cuál es su valoración de El Tanque como escenario?

Me encanta. La circularidad ofrece una potencia escénica enorme. La gente no se ubica bien de entrada y para un director de escena resulta clave ver cómo se mueve el espectador. Los puntos de referencia sirven para conducirle y, en ocasiones, "engañarle". La circularidad, la altura o las columnas dotan a El Tanque de unas características especiales. No es un espacio sencillo porque "habla" con el creador y se establece un diálogo.

¿Por qué la Refinería como hilo conductor de la historia?

Creemos que la instalación de la Refinería supuso un cambio desde una sociedad agrícola a otra industrial y de servicios. Además, dejó El Tanque como herencia. No nos interesaba el punto de vista de si contamina o no, tenemos una opinión personal que no viene al caso. Como instalación ha hecho mucho bien a una ciudad cuya historia reciente es la de nuestras familias y la de muchos ciudadanos que la desconocen. Esta es una ciudad muy lineal con una ruptura tremenda en una época que reflejamos en acontecimientos terribles como el asesinato del alcalde republicano José Carlos Schwartz.

¿La historia de Santa Cruz está

todavía por escribir?

En buena medida, sí. "Refinado" ha supuesto una sorpresa para muchas personas que se han reencontrado con su pasado. En nuestra formación académica hay una enorme laguna sobre la historia canaria e isleña, sobre todo del siglo XX. Para los creadores es positivo que haya épocas oscuras porque queda casi todo por contar. Influye no haber tenido un buen teatro, porque la sociedad que carece de él, pierde la memoria.

¿Nadie es profeta en su tierra, pero menos en Canarias?

Eso no es algo objetivo sino achacable a los gestores y responsables culturales que no creen en la posibilidad de desarrollar un teatro de temporada. Falta una programación teatral y los teatros públicos están gestionados como teatros privados, pero con dinero público. El único objetivo es llenar la sala y no desarrollar ciclos, por ejemplo de teatro clásico o de obras sobre la historia de Canarias.

¿En qué momento están las artes escénicas en Canarias?

Falta una articulación. Ha habido muchos intentos y buenas ideas como el Circuito Insular de Teatro y Danza, auspiciado por el Cabildo, o el regional que lanzó el Gobierno de Canarias. Pero no han tenido continuidad por falta de presupuesto de las instituciones y el problema se ha agravado con la crisis económica. Ahora mismo faltan gestión y dinero. Los circuitos, además, se han convertido en herramientas para distribuir el dinero de Cabildo y Gobierno a los ayuntamientos. Habría que cuidar los espacios culturales y crear una red que realmente funcione.

¿Faltan una red de teatros y una programación fija?

Los teatros de las grandes ciudades, como el Guimerá o el Leal, deben convertirse en teatros en el sentido artístico y no arquitectónico. Una opción podría ser transformarlos en centros de producción y no meramente de exhibición. Allí tendrían que encontrarse escenógrafos, dramaturgos, iluminadores, etcétera. También hay que programar bien, cuidando la selección, y las decisiones debería tomarlas alguien que supiera de teatro.