"Aquí compartimos nuestra afición, casi diría pasión, por el barro, que tenemos desde que éramos niños. Esperamos con ansiedad el momento para disfrutar con lo que nos gusta hacer: modelar para convertir en objeto un elemento natural". Lo afirma Concepción, la más veterana de la clase en el taller de cerámica de Santa Cruz de Tenerife, recuperado desde el pasado mes de marzo en su nueva ubicación, las antiguas dependencias del Registro Civil en la calle Ruiz de Padrón, muy cerca de la chicharrera plaza del Príncipe.

El taller es heredero directo de la antigua Escuela Municipal de Cerámica, que durante quince años tuvo como sede el Parque Cultural Viera y Clavijo. De esa época son muchos de los alumnos actuales, así como la responsable de la docencia, Marta Font Vidal, que también preside la Asociación de Ceramistas de Tenerife.

"Empezamos en el Viera con un horno que traje de mi casa y con las mesas y sillas que aportaron los alumnos, pero éramos una familia y allí pasamos años fantásticos. Después de cuatro cursos sin clases por el cierre del parque, por fin hemos podido retomar la docencia. Se lo agradezco al OAC y, sobre todo, a la concejal Maribel Oñate", aseguró Marta Font.

Las clases se reiniciaron en marzo pasado después de un período de obras en el inmueble que antes fuera juzgado y biblioteca. Hubo que cambiar toda la instalación eléctrica para poder ubicar los dos hornos donde cocer el barro. Unas treinta personas acuden allí dos veces a la semana, entre las 17:30 y las 19:30 horas, los lunes y los miércoles, en el caso del grupo de los iniciados, y los martes y los jueves en el de los avanzados. Se trata del único centro destinado a la enseñanza de la cerámica como actividad de ocio que existe en Santa Cruz.

El recorrido por una clase permite observar cómo hay alumnos de todos las edades, pero, sobre todo, alumnas.

Concepción, la más veterana, trabajaba en la elaboración de un jarrón. Manifestó su "gran alegría por volver a hacer lo que me gusta desde que era niña. Ya acudía al parque Viera y Clavijo -recuerda- y no dudé en volver ahora".

Juana María daba forma a una futura chocolatera, mientras explicaba: "Desde siempre me gustó modelar. También repito con respecto a la época del Viera. Somos como una familia que se ve un par de veces a la semana".

El único hombre del grupo es Antonio, natural de San Miguel de Abona y prejubilado. "Lo tomo como una distracción y un relax, además de servirme para compartir mi afición", aseguró.

Los trabajos de los alumnos del taller serán expuestos al final de curso en la sala del parque García Sanabria como muestra de lo que son capaces de hacer aquellos que tienen pasión por el barro.