Habla con pasión de las "goteras" lingüísticas del español sin rehuir el cuerpo a cuerpo y, de paso, alaba las conquistas de las letras hispanoamericanas. "Hace tiempo que no le podemos enseñar nada porque algunos de sus escritores han dominado la literatura castellana del siglo XX", dice Ramón Trujillo Carreño, catedrático emérito de la Universidad de La Laguna, en referencia al contenido que ha incluido en el libro "La gramática de la poesía", un manual dividido en dieciocho capítulos que aborda los problemas fundamentales de la semántica textual con respecto al lenguaje literario y que se presenta mañana, a partir de las 20:00 horas, en el Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña.

¿Con qué objetivo se embarcó en esta experiencia literaria?

No es una gramática en el sentido tradicional, aunque me ha servido para ratificar que no se puede estudiar Literatura sin conocer antes la gramática de la Lengua.

¿Eso está asociado con una mala planificación educativa?

La Filología ha sido eliminada lentamente de los actuales planes de estudio... En la enseñanza moderna se ha separado la lingüística de la Lengua para potenciar un acercamiento a una Literatura que a mí me parece poco seria. Leer libros de "Harry Potter" se ha convertido en una moda que no enriquece gramaticalmente a sus lectores: son un bodrio que solo atienden a un gancho comercial. Nadie que se quiera dedicar a la Literatura puede permitirse el lujo de no leer a "Pedro Páramo" o dejar de lado a los clásicos...

¿Las historias de "Harry Potter" no son una buena influencia?

No es la lectura más recomendable. En España debería existir una autoridad que impida que los jóvenes se acerquen a libros tan poco ciudados como los de "Harry Potter".

¿El mundo literario se ha transformado en un negocio?

Hace tiempo que es así... Los americanos ganaron algo más que una guerra en Europa; ellos son los culpables de crear una nueva gramática cada cinco años. Al final, todo obedece a una estrategia comercial que nada tiene que ver con la lingüística. En el mundo de la ciencia no pueden haber modas, por lo que las humanidades tendrían que alejarse de esos ciclos de cambios que generan tanta inestabilidad y que únicamente obedecen a unos intereses americanistas. Hace un siglo, Antonio Machado dijo que dentro de un siglo una ola de ñoñez americana iba a invadir Europa. ¡No se equivocó!

¿Hablando de cambios, qué opinión le merecen las alteraciones introducidas por la RAE sobre la eliminación de unos acentos?

Creo, sinceramente, que la Academia ha metido la pata porque su labor tiene que ser clarificadora, no oscurantista. Un capricho no puede obligar a cambiar la forma de escribir de millones de personas.

¿Y qué incidencia han tenido las nuevas tecnologías en el proceso degenerativo del que usted habló anteriormente?

Poco. Las nuevas tecnologías son muy útiles para difundir los conocimientos que tenemos, pero nunca los pueden ampliar. Si la base es mala, es normal que un licenciado universitario repita cada uno de los errores que ha aprendido durante su formación. Estudiar Literatura en la universidad es un gran error, salvo que un alumno encuentre a un profesor que sepa unir Lengua y Literatura.

¿Existe alguna manera de reconducir este déficit formativo?

La historia nunca puede ir hacia atrás. El mejor consejo que puedo dar es que la gente aprenda el español tal y como lo conocemos hoy. La unidad de una lengua está dentro de la variedad y cada persona tiene una manera distinta de expresarse. España no puede imponer una forma de hablar a 400 millones de personas. Sobre todo, porque ahora los grandes escritores en castellano se encuentran en la otra orilla.

¿No podemos presumir de ser los guardias del castellano?

El español no es propiedad de los canarios, los catalanes o los andaluces. Tampoco es algo exclusivo de los españoles, los argentinos o los ecuatorianos... Los dueños del español son todas las personas que lo hablan desde hace siglos. Hace tiempo que no le podemos enseñar nada porque algunos de sus escritores han dominado la literatura castellana del siglo XX. No se trata de meter todo esto en un saco y defender que solo hay un español válido, sino entender que existen muchas variantes gramaticales en torno al mismo idioma.