Detrás de la firma CR se esconde Stoyko Gagamov, un pintor búlgaro afincado hace dos años y medio en Tenerife. Él es el autor de "las caras del Auditorio", un repaso por la historia de la música a través de más un centenar de retratos de compositores y cantantes que ha plasmado en los prismas y piedras naturales que forman el muelle ubicado junto al centro cultural del Cabildo. La rúbrica misteriosa de CR responde simplemente a las iniciales, la s y la g, escritas en el idioma de buena parte del este de Europa: el cirílico.

Stoyko se muestra orgulloso de una obra que inició por casualidad: "Suelo recorrer la ciudad en bicicleta y tanto el entorno como el propio Auditorio me encantaron desde el primer día. El Atlántico es un monstruo enorme para alguien como yo acostumbrado al pequeño Mar Negro. Los colores y la vista me inspiraron, así que quise hacer un homenaje al arquitecto Santiago Calatrava, que fue mi primer retrato, en el muelle anexo".

Cuando elaboraba el perfil del "padre" del emblemático inmueble, un vecino que paseaba por allí le expresó su admiración por Luciano Pavarotti y le pidió que dibujara su rostro. Así nació la segunda figura, igual que la tercera, José Carreras, y la cuarta, Plácido Domingo. Después de los tres tenores fueron "naciendo" los demás desde referentes de la música clásica a las grandes figuras del pop o del rock.

"Ya he terminado más de ciento veinte retratos y ahora trabajo en el del compositor francés Jean Michel Jarre". Los próximos serán la bailarina rusa Maia Plisetskaya, la cantante canadiense Celine Dion, el compositor alemán Juan Sebastian Bach o Freddy Mercury, que tiene varios en el entorno, ya que el artista repite los perfiles de aquellos por los que siente admiración.

Gagamov nació en 1960 en Azenovgrad, un pequeño pueblo situado a doce kilómetros de Plovdiv, la segunda ciudad de Bulgaria, en la que vivió desde los tres años. Creció muy apegado a su abuelo, también Stoyko y artista, represaliado por el régimen comunista en los tiempos del telón de acero. Sólo le queda una hermana en su país al que plantea volver porque "aquí la cosa está mal".

En su país estudió mecanografía, pero pronto se decantó por desarrollar la vena genética. Así, trabajó como artista callejero y se especializó en retratos al óleo o al pastel antes de emigrar en busca de mejores perspectivas de vida tras caer el gobierno prosoviético.

Después de un periplo por Berlín, París o Praga, Gagamov llegó a Tenerife en diciembre de 2008. Le enamoraron "el paisaje, el clima y la filosofía de vida de la gente" y aquí se estableció.

Stoyko vive actualmente en una buhardilla situada en una céntrica calle de Santa Cruz. Solo tiene palabras de agradecimiento para José, su casero, que, según afirma, "me permite pagar poco porque le gusta mi arte". Su vida en la capital tinerfeña transcurre entre pinturas, largos paseos en bicicleta y visitas al TEA, cuya biblioteca le encanta y considera como "mi segunda casa". Una visita a su peculiar "universo" permite comprobar cuales son sus referentes: Vincent Van Gogh y la flora canaria, motivos que presiden la luminosa azotea donde Stoyko tiene su rincón vital.

"Van Gogh para mí es el gran profesor del arte -explica-. De niño tenía un álbum suyo y me parece el más grande. Y respecto a la flora, me sigue encantando todo lo que he visto en la naturaleza de aquí. Me identifico con la libertad del artista, me la inculcó mi abuelo, y aquí la he podido desarrollar a gusto". También se inspira Stoyko en pintores españoles como Dalí, Velázquez o Goya, pero, sobre todo, el sevillano Murillo. De todos ha elaborado una visión particular en retratos que decoran su "hogar azotea".

Gagamov tiene claro que mientras pueda seguirá "rellenando" con sus caras los 2.400 metros cuadrados del muelle anexo al Auditorio. Un esbozo inicial hecho con tizas de colores da paso a la elaboración como un "proyecto concreto" en cada piedra, que el búlgaro analiza antes al detalle. Para rematar los retratos, los rodea de una línea blanca con trazo grueso que, señala, "les da contexto respecto al marco; es mi patente y seña de identidad".

De momento, Stoyko sólo ha tenido un ligero contacto con la Autoridad Portuaria, propietaria del terreno donde se asienta su arte. Los retratos se han convertido en un reclamo turístico para los asistentes a los conciertos del Auditorio, con un especial efecto "boca-oreja". El artista no pide nada para compensar una obra que, según su autor, "va desde Tenerife para el mundo y para todas las personas".

El referente futbolístico inicial de "las caras del Auditorio" no se pierde con la autoría de Stoyko, aunque cambia de colores. Del CR anónimo que recuerda al ídolo portugués del madridismo actual pasa a aquel búlgaro que marcara una época en el "Drean Team" de Cruyff. Nuestro pintor no se decanta y tanto elabora un retrato de Cristiano Ronaldo como otro de Leo Messi. En definitiva, todo es arte.