Andrew Garfield toma el testigo de Tobey Maguire en The Amazing Spider-man, el reinicio de la taquillera saga basada en el popular personaje de Mavel. Una cinta entretenida, pero que no llega a dejar boquiabierto y ojiplático al respetable como promete su título.

El reinicio nos devuelve al principio de la archiconocida historia. Regresamos a los años de instituto del protagonista para -como ya hiciera Sam Raimi hace una década- comprobar de nuevo con nuestros propios ojos cómo Peter Peter, el atolondrado de la cámara de fotos y el monopatín, se convierte en el enmascarado justiciero trepamuros. En esta ocasión el villano al que deberá hacer frente es el doctor Connors, a.k.a El Lagarto (Rhys Ifans) y su amor no es la pelirroja Mary Jane sino la rubia Gwen Stacy (Emma Stone).

Para relanzar a su héroe, Sony y Marvel pusieron sus arácnidas esperanzas en manos de Marc Webb, una apuesta arriesgada teniendo en cuenta el único antecedente cinematográfico del realizador de Indiana, que se hizo un nombre en la industria dirigiendo videoclips para estrellas como Anastacia, Santana, Miley Cyrus o Green Day.

Novel en el mundo de los mamporros y explosiones, el director de la notable 500 días juntos no disimula los escenarios en los que se mueve con más comodidad y las arquetípicas relaciones -ya sean dramas familiares o un incipiente romance adolescente- son protagonistas de algunos de los pasajes del filme en los que pone más celo.

Excepción hecha, claro está, de las escenas de acción, el gran atractivo de toda película de superhéroes tridimensional. Rodadas muchas de ellas en primera persona para intentar sacar el máximo partido del 3D y del gusto del protagonista por saltar de rascacielos en rascacielos, la dosis que nos ofrece este presunto Amazing Spider-man no es apabullante pero si suficiente.

Dos puntos fuertes, y no de índole menor, que le sirven para situarse con cierta holgura como la mejor película de la saga. No serán pocos los que acudan a la sala de cine con el recuerdo de la muy mejorable última entrega de la trilogía de Raimi, un globo que a medida que se iba hinchando en taquilla se iba haciendo menos digerible.

Es cierto que esta reinvención eleva bastante el listón respecto a su referente inmediato: Pero no es menos cierto queThe Amazing Spider-man tiene más de "re" que de "invención". ¿Es una digna película de superhéroes? Si, sin duda. Pero algo falla para que este reinicio apasione como debería... o mejor dicho como podría.

No está de más recordar, por enésima vez, que un gran poder conlleva una gran responsabilidad y estamos hablando del personaje que junto a Batman y Superman copa el podio de los héroes del cómic (elijan ustedes qué escalón debe ocupar cada uno). Teniendo en cuenta la entidad del bicho en cuestión, y siendo un pulcro entretenimiento -por momentos espectacular-, The Amazing Spider-manse queda bastante corta y no pasa de ser un título más del género de moda.

La de Webb no se acerca al gran nivel mostrado por Los Vengadores y mucho menos al de las últimas películas de Batman. Lo primero sí que podemos echar en cara a la remozada araña. Lo segundo no.

Y es que, a la espera de comprobar si el broche final está a la altura, ya es evidente que en lo referente a superhéroes hechos película Nolan y su Caballero Oscuro son lo que la España de Casillas, Iniesta y Xavi en el noble arte del balompié. Juegan a otra cosa. Son, hasta que se demuestre lo contrario, los mejores.

Pero dada la proximidad en el calendario de blockbusters veraniegos de araña y murciélago -sin olvidar que The Amazing Spider-man es también un reinicio que prometía una vocación más oscura y grave- esta última comparación es casi tan fácil como inevitable. Así que advertimos: si algún incauto va al cine esperando encontrarse un Spiderman Begins se verá realmente decepcionado. No todo el mundo puede ser Batman...