Apostó casi todo el patrimonio de su empresa para montar el primer concierto de Bruce Springsteen en Canarias y le salió mal. "El resultado fue catastrófico y vamos a tardar mucho tiempo en recuperarnos de ese fracaso", precisa Leopoldo Mansito, director de LM Producciones, en referencia a una cita que estaba llamada a tomar el relevo del éxito que en su día supuso la actuación de Michael Jackson en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. "Cuando empezamos a negociar con la gente de Bruce estábamos convencidos de que íbamos a superar lo que conseguimos con Jackson, pero nos equivocamos... Vendimos 15.000 entradas en los dos primeros días y apenas 7.500 en los tres meses anteriores al concierto", explica un promotor que en los últimos años fue capaz de dar forma a espectáculos que van a marcar un antes y un después en la guía de conciertos de Canarias: Shakira, Gloria Estefan, Alejandro Sanz, Juanes, Miguel Bosé o los mexicanos de Maná son algunas de sus "conquistas" más recientes...

¿Atreverse a contratar al "Boss" le ha pasado factura?

Ese espectáculo estaba planificado para que fuera la cita musical más importante que se ha registrado en Canarias, quizás solo comparable con el concierto que en su día dio Michael Jackson en Tenerife. Era un evento que se pensó con la idea de generar un movimiento económico importante para las Islas. Los cálculos para rentabilizar la apuesta pasaban por vender un mínimo de 45.000 entradas, pero nos quedamos lejos de esa cifra.

¿Analizando los datos de ventas iniciales, en algún momento se le pasó por la cabeza obtener unos resultados tan negativos?

Vendimos 15.000 entradas en los dos primeros días y apenas 7.500 en los tres meses anteriores al concierto... Colocar menos de 22.000 localidades para ver a Bruce nos provocó un quebranto económico importante. El de Springsteen fue el concierto soñado por cualquier promotor por su enorme calidad, pero supuso un fracaso económico gigantesco.

La primera consecuencia real de aquel "resbalón" fue la suspensión del Rock Coast 2012. ¿Ese proyecto ya está perdido para siempre o se puede recuperar?

Lo que ocurrió con Springsteen me obligó a suspender el primer concierto de mi vida. Nos quedamos sin recursos financieros para acometer los pagos y decidimos parar porque dos palos seguidos sí que hubieran supuesto una sentencia de muerte... A mí me gustaría pensar que ese proyecto solo se encuentra aparcado hasta que vivamos un ciclo mucho más favorable.

Ese proyecto tuvo que sortear muchas "zancadillas" antes de quedar aplazado, ¿no?

Pagamos la novatada de contactar con las personas no adecuadas y todo se encareció. Posteriormente, nos vimos obligados a aceptar unos precios muy superiores porque el margen era pequeño y las fechas se nos echaron encima. Aún así, las cuentas salían porque ya habíamos depositado el 50% del caché de los artistas contratados y el resto lo queríamos cubrir con una parte de los beneficios del concierto de Bruce Springsteen.

¿Dónde está la clave para explicar esta espiral destructiva?

La vida está muy difícil para todo el mundo, pero algunos lo tienen más complicado que otros porque dependen de las personas que lo están pasando mal... La cultura no puede luchar contra la situación de pánico que nos domina.

¿En medio de tanta inestabilidad la opción más segura era poner el freno de mano?

Era lo más sensato porque nosotros no podíamos arrastrar a otras empresas -a las que subcontratábamos unos servicios auxiliares- a la situación de crisis en la que se encuentra actualmente la nuestra. A la gente que compró sus entradas para el Rock Coast se le devolvió hasta el último céntimo enseguida y también vamos a cumplir con nuestros acreedores. A todos le pagaremos las facturas que hay pendientes.

¿Toca reinventarse?

Ahora estamos valorando afrontar proyectos con menor riesgo. Queremos empezar a colaborar en unos espectáculos de carácter internacional porque en Canarias la situación está muy complicada. Nuestra matriz siempre estará ligada a las Islas y no renunciamos a organizar un evento, que no está sujeto a la venta directa de entradas, por el que llevamos luchando muchos años y que puede convertirse en realidad a corto plazo.

¿Qué nos puede avanzar de esa propuesta?

Se trata de una aventura musical que se desarrollaría en un solo día y en el que habría artistas de diferentes países, intérpretes de Europa, de América, de África... Queremos abrir nuevas relaciones con el continente africano porque existe un potencial que podemos aprovechar.

¿Cuáles son sus planes a corto plazo?

Lo más próximo es una colaboración que tenemos cerrada con el Auditorio de Tenerife para traer a Raphael (17 de noviembre) y queríamos traer de nuevo la gira de Sabina & Serrat, pero al final hemos tenido que renunciar a esa fecha por la situación económica.

¿Hoy en día es posible trabajar con grandes artistas sin ayudas oficiales?

Mi empresa nunca ha contado con apoyos oficiales deslumbrantes. Yo no digo que no haya recibido subvenciones, pero el valor de las mismas era ridículo si lo comparamos con la dimensión del espectáculo que ofertábamos. Con Springsteen, por ejemplo, el Gobierno de Canarias se comprometió con una partida que al final nunca llegó. Era una cantidad que no iba a ocasionar perjuicios a los presupuestos, pero no vino y hay que seguir adelante porque nosotros no sabemos hacer otra cosa que no sea organizar conciertos que intenten ser del agrado de los espectadores.

¿Controlar los riesgos a la hora de contratar implica limitar el nivel de los artistas?

Cuando se habla de reducir riesgos no necesariamente se tiene que pensar en una ausencia de calidad, sino en una dinamización de todos los recursos que intervienen en la organización de un concierto. Sé que los niveles de paro existentes son tremendos, que la gente tiene miedo de gastar lo poco que tiene porque no está segura de si mañana va a tener unos ingresos similares y que estamos afectados por varios viernes negros que han destrozado al país, pero con todo eso todavía es posible generar 25 o 30 millones de euros a partir de un espectáculo musical. El mundo de la cultura está tocado, pero no hay que olvidar que durante muchos años ha sido un generador de ingresos indiscutible. Las inversiones que se hacen con dinero público hay que mirarlas con lupa porque la cosa está jodida, pero no es menos cierto que algunos hemos devuelto con creces las escasas ayudas oficiales que nos han dado.

Usted ya ha tenido que lidiar con ciclos igual de difíciles o peores que este a lo largo de su carrera profesional, pero ¿qué tiene de distinto el actual?

Sí, he sido testigo directo de unas cuantas... Yo he visto muchas crisis alrededor de la industria del ocio, pero nunca habían coincidido tantas fatalidades como ahora: esto es un caos. Los periodos negativos que recuerdo fueron mucho más cortos y no afectaron a la ciudadanía con la voracidad de esta crisis. Existe un miedo a consumir que está justificado por la dinámica económica tan derrotista que nos rodea. Yo, que he metido a 40 mil personas en el Heliodoro para ver a Maná, no habría logrado más de siete mil si ese mismo concierto lo celebro el día que actuó Springsteen en Las Palmas.

¿Es posible hallar una salida a la crisis en medio de tantas malas noticias?

Por mi edad ya es muy difícil que me pueda dedicar a otra cosa o que me transforme en uno de esos "cerebros" fugados que tratan de buscarse la vida en otro país. Hay que seguir intentándolo para ver si somos capaces de vencer a la falta de confianza que preside nuestras vidas. Soy consciente de que hay muchas personas en Tenerife que no tienen dinero para comprar un bocadillo, pero también sé que en el pasado hemos organizado eventos que otros han aprovechado para vender miles de bocadillos y que hemos generado riqueza.