Cuando un personaje público de esta dimensión se pone a tiro, periodísticamente hablando, conviene "disparar" sobre él. El tirador sabe que una conversación con el cantautor satírico Javier Krahe (1944) siempre oculta una sabrosa recompensa. "De Canarias me gusta todo. Sobre todo, la tranquilidad que transmiten las islas menores. Cuando me siento muy agobiado en Madrid es uno de mis destinos favoritos", reconoce un artista que acaba de sacar a la venta un álbum ("Las diez de última") con un extraño aroma a despedida.

¿Dándole vueltas a ese título se me ocurre pensar si existe una especie de epitafio artístico en este proyecto?

Eso es algo que dejo a gusto del consumidor porque ni yo mismo sé lo que pasará dentro de unos días... Lo único que se me ocurrió cuando terminé este disco -grabó catorce entre los años 1980 y 2013- fue pensar que quería poner un título muy ambiguo. Yo no tengo la intención de retirarme, pero como en esta vida suceden cosas que no están previstas, espero que lo de "Las diez de últimas" no se convierta en algo premonitorio. Las ganas de seguir están, pero eso también se agota.

No entienda mal mi pregunta, pero aplicando un término baloncestístico, alguno podría creer que ya está disputando los "minutos de la basura". ¿Esos que se juegan cuando todo ya está resuelto?

Como aún no he resuelto todas mis dudas, no me voy a molestar en resolverlas ahora (sonríe)... Lo que he resuelto es no resolver.

Este disco viene acompañado por un libro de Paul Lafargue, "El derecho a la pereza". ¿Esa es una lectura intencionada?

Si, absolutamente sí... En realidad, en la vida casi todo es intencionado, aunque esta lectura está bastante más intencionada que el título. Es un libro que leí cuando tenía 27 años y me impresionó mucho. No me acordé de él hasta hace unos meses, cuando empecé a grabar este CD. Los discos anteriores habían sido discos-libros y me pidieron que repitiera esa fórmula. Lo que ocurrió es que a diferencia de los otros, ahora mismo no tenía nada escrito sobre mí. Me dijeron que me escribiera uno y les respondí que hacer un libro no es una tarea fácil. Entonces pensé que podía coger algo que no fuera mío. Le di vuelta a varios títulos y al final opté por "El derecho a la pereza". No sabía si había alguna editorial trabajando este texto y cuando contacté con ellos se pusieron muy contentos por el hecho de que alguien se interesara por ese libro. ¿Por qué mi incliné por esta lectura? En la situación social y económica en la que se encuentra España en estos momentos era necesario debatir con otro tipo de argumentos que están muy bien reflejados en la obra de Paul Lafargue. Además, como siempre las cosas que yo abrazo nunca tienen éxito el peligro de estropear aún más esta sociedad era mínimo. Esta es una manera algo curiosa de reivindicar el ocio y la pereza.

En su disco hay una referencia al movimiento 15M. ¿Usted es un indignado o un indignador?

Yo soy un indignado. No me gusta nada lo que está pasando. Soy uno de los muchos ciudadanos que se han convencido de que esta clase política no los representan. Coincido con las formas de actuar del 15M porque no me siento nada cercano a la actual casta política que gobierna este país.

En los años 80 Javier Krahe participó en el programa de televisión "Si yo fuera presidente". ¿Qué hubiera cambiado si le hubieran permitido convertirse en el inquilino principal de la Moncloa?

El único mando que he tenido en la vida fue haciendo la mili... Y eso que era soldado. En una ocasión me pusieron al mando de un pequeño pelotón y la única orden que se me ocurrió dar fue la de rompan filas, es decir, que yo no tengo mano para ser presidente.

¿Siempre ha cantado lo que ha querido o ha existido algún tipo de autocensura?

Desconozco el significado de la palabra autocensura porque es un término que nunca he aplicado. En cuanto a la censura, sí que ha existido, pero no me ha impedido jamás cantar la canción que yo quería cantar. Conozco la sensación de estar vetado en los medios de comunicación, pero en los garitos he cantado lo que me apetecía...

La capacidad para contentar a todos por igual es una cuestión casi divina, ¿no?

Eso es imposible... Ni siquiera él (por Dios) lo logró. Yo solo hago canciones bien elaboradas y el resto lo decide cada uno. Muchas veces no interpretan lo que he querido decir. Eso me parece bien. Es como cuando cuando yo leo un libro.

¿Sus letras tienen varias lecturas?

Las mismas que se puede hacer un lector sobre un autor que ha querido transmitir un mensaje en un libro que al final tiene muchas lecturas. El que recibe participa.

En el disco pronuncia la frase "el señor no es mi pastor". ¿Eso también es intencionado?

Sí, sí... Esa canción la empecé a escribir cuando fui absuelto de un proceso que se sacó de quicio.

¿Su sólida conexión artística con Canarias obedece a una estrategia comercial o ahí existe algo de cariño?

La primera vez que fue a Canarias me llamaron para cantar; las otras fueron para cantar y disfrutar de una tierra fantástica que se ha ganado un trocito de mi corazón. De Canarias me gusta todo. Sobre todo, la tranquilidad que transmiten las islas menores. Muchas veces voy sin avisar porque necesitaba marcharme de Madrid para sentir su paz. ¡Espero regresar pronto a cantar!