Si uno de los preceptos fundamentales del arte es transmitir emociones, "Los Miserables" tiene todos los ingredientes necesarios para conmover. Así lo entendió el público que anoche acudió a la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. El estreno canario del musical producido por Stage Entertainment fue brillante.

Detrás de una atmósfera lúgubre, pero rica en matices escénicos, los actores desfilan a través de la creación literaria de Victor Hugo como espíritus que buscan cambiar el orden social que les ha tocado vivir o sufrir. Ese perfil revolucionario que destila el último boceto de Cameron Mackintosh se percibe con nitidez desde el primer segundo de representación.

La orquestación es magnífica y las voces están bien repartidas para colocar el foco de atención en distintos personajes de la trama. Destacan, por supuesto, Jean Valjean (Nicolás Martinelli) y Fantine (Elena Medina), pero muchas veces el peso lo llevan Javert (Ignasi Vidal) y Eponine (Lydia Fairén). Anoche los papeles infantiles los interpretaron los tinerfeños Sebastián Salas y Ana Pérez.

"Los Miserables" tiene varios momentos efervescentes. Uno de ellos se precipita cuando la tropa que ocupa todo el escenario interpreta "Sale el sol". Rendición total. El público quedó preso de un mensaje épico que antes fluyó en la escena de la taberna. La clave, al margen del peso de la historia que recae sobre este musical, está en el gran empaste coral de los artistas que intervienen en una cita de Navidad que estará en el Auditorio de Tenerife hasta el próximo domingo. La revolución de "Los Miserables" ya está en marcha.