Como cocinero, Eduardo Álvarez (Edu) no se veía a sí mismo con mucha sabiduría. Para él, fueron las circunstancias familiares las que lo llevaron a montar este restaurante con su mujer, Guacimara Hernández (Guaci), un negocio que ha sido más que todo un riesgo, un sacrificio y, sobre todo, una prueba de capacidad para ambos.

Pero lo que no sabía Eduardo es que él posee el talento natural para determinar qué cosas tienen un punto de sabor perfecto, o, al menos, el "toque" de sabor acorde a los gustos de la gente que le rodea. Por eso, no es de extrañar que "un simple pollo asado" que sale de su parrilla (en verdad un pollo bien criado en libertad en una granja), atrae tantos comensales: los fines de semana se crea un enorme revuelo a su alrededor para comprarlos.

Cuando, hace tres años, Edu y Guaci, después de muchos años trabajando para otros en la hostelería, se decidieron a abrir este local propio, pensaban que solo tres cosas podrían conducirlos al éxito: la primera, si mostraban un legítimo aprecio y deseo de servicio a los clientes; la segunda, si buscaban exclusivamente productos de calidad, determinando para ello que las únicas carnes que venderían serían aquellas procedentes de ganados de pocas cabezas, expendidas en una carnicería controlada por ellos mismos y otros socios; y la tercera inclinación, permitir que las manos expertas de la madre de Edu hicieran, con paciencia todos los días, los postres que ofrecerían. Con ese trío de resoluciones acertaron plenamente.

El figón no tiene una decoración fuera de lo habitual. Es una casa de comidas mixta, bar-restaurante. Pero hay un detalle que enternece: de día las mesas se cubren con la humildad de los manteles de papel con estampados canarios, pero de noche esas mismas mesas se engalanan teniendo el gesto de vestirlas con manteles de tela acompañadas de servilletas del mismo material, para esperar a los clientes continentales que con toda certeza se percatan del esmero.

Edu se ha esmerado en aprender el trato correcto de las carnes, cómo curarlas, cómo cortarlas y cómo prepararlas para el asado. Ha ido incluso hasta la Península para hacer cursos que lo afinaran en estos miramientos. Las únicas leñas que usa tienen que ser de almendros, naranjos o eucaliptos, y su secreto mayor está en los pocos condimentos, a veces ninguno, que usa, aparte de la sal en escamas. Una hermosa pieza de chuleta de cerdo (a nuestros ojos cercana a un kilo) con guarnición y papas fritas, cuesta en su local tan solo unos pocos euros.

Guaci y Edu tienen siempre garbanzas, ropavieja, escaldón y otros platos de sugerencias puntuales, aparte de un colosal puchero canario cuando se encarga. En carnes, prácticamente todos los cortes pasan por la parrila. El chuletón de novillo, que también es enorme, atrae muchos comensales, al igual que el bistec de cerdo y de res.

En nuestra visita nos conformamos con unos costillares recién retirados del fuego, precedidos de ensalada de huertas vecinas. Muchas hojas verdes pedimos, y no nos perdimos de probar la tarta de tres chocolates, que estaba deliciosa. Si hubiéramos preferido la parquedad en lo dulce nos habría sido suficiente con un llamativo postre de frutas que dejaremos para otra ocasión.

LA FICHA

Calle El Agua, 5, Cueva del Polvo

(subiendo unos metros de la carretera)

38686 Santiago del Teide

922 860 824 y 649 104 685

Abre de 12:00 a 16:30 y de 19:00 a 23:00 h. Domingos de 12:00 a 18:00 h.

Cierra domingos noche y MARTES todo el día

Precio medio comida: 10/15 euros

Aforo 40 comensales

casaedu@hotmail.com