Muchas de sus creaciones están tocadas por un fino y elegante sarcasmo que terminan dibujando una sonrisa en el rostro de un lector, aunque él sostenga que son estos "los que deben buscar a sus autores y nunca al revés". El escritor y filólogo Fernando Iwasaki Cauti participa hoy, a las 19:00 horas, en la apertura de la I Jornada Literaria Peruana que se celebra en la sede capitalina de la Mutua de Accidentes de Canarias (calle Robayna, Nº, 2). Investigador, docente y director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, el columnista del diario ABC comparte hoy mesa de debate ("La literatura antes y después de internet") con el también escritor peruano Raúl Tola Pedraglio y el autor canario Víctor Álamo de la Rosa. "Soy una persona torpe y poco habilidosa en materia digital", alerta el creador nacido en Lima.

¿Cuáles son los patrones del narrador peruano?

No creo que exista un patrón chileno, español o argentino en materia de narrativa. Por lo tanto, peruano tampoco. Hay autores que tienen humor y otros no, hay escritores que exploran la condición humana y otros que no, hay narradores que buscan el conocimiento y otros que buscan el reconocimiento, y así podríamos seguir hasta el infinito. Desde mi punto de vista, lo "nacional" no influye para nada.

Su obra tiene unas profundas raíces históricas; ¿qué vino primero el historiador o el escritor?

El narrador fue lo primero. Cuando escribía ensayos o artículos de historia estaba narrando. Y cuando me propuse escribir ficción partí de la historia porque era un territorio que me resultaba familiar. Por lo tanto, antes del escritor y del historiador fui simplemente un narrador.

¿Qué porcentaje tiene en su actividad literaria las otras ramas profesionales que domina -la docencia y la investigación-, y cómo decide darle más protagonismo a una u otra?

Creo que todas las vocaciones que uno tiene actúan simultáneamente, con independencia de cuál sea la actividad que uno realiza en el momento. Es difícil prescindir del saber que uno ha adquirido investigando y también es muy complicado abolir el placer de enseñar. Creo que en mis libros he buscado que los lectores aprendan cosas desconocidas que provienen precisamente de mis investigaciones, así que no he abandonado por la literatura aquellas vocaciones.

Aunque algunos lo sigan viendo como como un género menor, usted transmite una pasión por el cuento -tanto como escritor como editor-, ¿qué papel juega el cuento en su vida?

En América Latina el cuento es un género mayor. Borges jamás cometió una novela y autores como Cortázar, Ribeyro y Monterroso construyeron sus obras y sus prestigios gracias al cuento. En España tal cosa sería imposible porque el mercado exige novela, pero cada día es más evidente que los cuentistas españoles son extraordinarios y que no serían mejores si sólo publicaran novelas.

¿Un escritor está obligado a ser un gran cuentista?

Un escritor no está obligado a nada. Ni siquiera a escribir bien. Ni siquiera a leer, que debería ser algo implícito a la condición de escritor. Ahora bien, ni Proust ni Nabokov escribieron cuentos y eso no es ningún desdoro para sus obras.

¿Da la sensación de que su narrativa es de "carne y hueso", que en ocasiones se aleja de lo fantasioso para buscar sensaciones más próximas? ¿Eso es intencionado?

Bueno, a mí me gusta por igual la literatura fantástica y la literatura realista, aunque para que lo fantástico cumpla su cometido las criaturas de la ficción deben ser de "carne y hueso".

La ironía que suele aparecer en sus novelas es una de sus marcas. ¿Al lector hay que darle humor?

No siempre, porque muchos lectores no disfrutan del humor, tal como ciertos aficionados al fútbol prefieren a los equipos defensivos que juegan al contragolpe y no a los equipos estilistas que además juegan al ataque. Los lectores son quienes deben buscar a sus autores y nunca al revés, porque jamás hay que escribir para buscar lectores.

Entre la opinión periodística y la ficción existe una delgada línea que no todos se atreven a cruzar. ¿Hoy es más fácil ser crítico desde las páginas de un libro?

Ser crítico jamás es fácil. Cuando peor lo he pasado como crítico ha sido cuando los suplementos me indicaban el título del libro que deseaban que reseñara, porque entonces tenía que buscar el tono y las formas correctas para elogiar y criticar con una distancia educada y con argumentos sólidos. En cambio, cuando los suplementos te dan libertad para elegir los títulos que debes comentar es una maravilla, porque yo prefiero reseñar libros que me han gustado. Sé que esta opción disgusta a mucha gente, pero la vida ya es muy corta como para dedicarles tiempo a obras que no nos han enriquecido.

Una cuestión sobre el debate de esta tarde. ¿Cuáles son los peligros reales a los que se enfrenta un autor en la red?

La red no tiene más peligro que la guía telefónica. Lo nuevo es su rapidez. Ergo, la posibilidad de equivocarse más veces y sin darse uno cuenta es mayor. Para mí es muy sencillo decir esto porque no tengo blog, ni Twitter, ni Facebook. Quizá estoy en la red, pero no soy en la red.

Dicen que internet es un elemento propagandístico importante para descubrir nuevos talentos; que ahí existe un mundo lleno de oportunidades. ¿Esa es una opción viable o está todavía demasiado verde?

Soy una persona torpe y poco habilidosa en materia digital. Mis programas son antiguos y mi capacidad de aprender cosas nuevas limitada. Por lo tanto, dudo que yo pueda descubrir a alguien gracias a internet. Más bien, corroboraré su existencia cuando ya esté encuadernado. Francamente, no me imagino para qué. Nunca me he bajado una canción, no sé cómo se pueden ver series o películas en internet y no creo que a ninguna red social le interese tenerme como socio.