Hace apenas algunos días ha fallecido el diseñador Oscar de la Renta, en su casa, a las afueras de Nueva York. Conocido no solo por ser un gran diseñador sino que también por ser una gran persona, me asusta ver como, poco a poco, nos van dejando los grandes nombres que han creado la moda del siglo XX. Aunque perduren sus marcas y se mantenga su legado, es inevitable que con ellos se vaya un poco de la historia de la moda.

De la Renta estuvo los últimos 8 años luchando contra el cáncer y ha decidido dejar su tratamiento con la tranquilidad que solo consiguen los que tienen la certeza de haberlo hecho todo bien. Tuvo tiempo, él mismo, de buscar y nombrar el que quedaría al frente de su marca cuando él ya no estuviera. Ha llegado a probar muy discretamente con John Galliano, cuando el diseñador estaba exiliado del mundo de la moda, pero la cosa no funcionó. Finalmente, hace muy poco, ha nombrado al británico Peter Copping, anterior director creativo de Nina Ricci, como su sucesor y avisó que se retiraría de la compañía que creó hace casi 50 años.

Nacido en la República Dominicana en 1932, el joven De la Renta llegó a España en 1950. Su objetivo era estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes pero su interés por el diseño de moda le hizo buscar otro camino para su creatividad. Realizó bocetos para alguna de las principales casas de moda españolas, y fue aprendiz de uno de los mayores couturiers de todos los tiempos, Cristóbal Balenciaga, a quien siempre consideró como su gran mentor.

Después de trabajar y aprender con Balenciaga, Antonio del Castillo le invita a ser su asistente en París para la Maison Lanvin. Imposible no aceptarlo. Se queda trabajando en la capital de la moda, hasta que se va a Estados Unidos trabajar para Elizabeth Arden y encuentra ahí su hogar, creando en 1965 su propia marca.

Poco después se casa con la entonces editora jefe de la revista Vogue, Françoise Langlade. Su circulo de amistades y sus fiestas son recordadas hasta hoy por grandes nombres de la sociedad Neoyorquina, ya fueron políticos, actores, pintores, modelos, escritores o periodistas. Con su segunda esposa, Annette, el gran amor de su vida hasta su último día, De la Renta sigue cultivando sus amistades, promoviendo desde espectaculares fiestas hasta encuentros y cenas reducidos a un pequeño grupo de amigos más íntimos.

Aunque adopta la ciudadanía norteamericana en 1971, sigue conectado con sus raíces dominicanas, volviendo siempre a su casa y actuando, aunque de manera informal, como embajador de su país natal. Crea ahí, en la República Dominicana, un orfanato que proporciona hogar, alimentación y educación a más de 300 niños. Además de muchos otros proyectos de ayuda de los que no solía hablar.

Fue el primer diseñador estadounidense que trabajó para una maison francesa de alta costura, estando al frente de la dirección creativa de Balmain durante casi una década, tiempo en que siguió trabajando en su propia marca.

Entendió como ningún otro diseñador la mujer norteamericana y supo encontrar el punto exacto entre esa especie de formalidad casi exigida por la sociedad estadounidense y la exuberancia natural de sus raíces caribeñas. Vistió a muchas primeras damas de Norteamérica, desde Nancy Reagan a Hillary Clinton - de la que es íntimo amigo - hasta la actual primera dama, Michelle Obama.

Vistió en muchas ocasiones a la todopoderosa reina de la comunicación Oprah Winfrey y es habitual ver a Sarah Jessica Parker luciendo sus diseños, dentro o fuera de la serie "Sexo en Nueva York". Es de él el famoso vestido rosa de la serie, regalo que recibe Carrie Bradshaw del Ruso Alexsandr Petrovsky, interpretado por el bailarín y actor Mikhail Baryshnikov. Su más reciente trabajo fue el espectacular vestido de novia de Amal Alamuddin, ahora Señora George Clooney.

Conocido por ser una persona carismática y muy amiga de sus amigos, De la Renta siempre supo mezclar con maestría familia, amigos y negocios, aunque la receta sea muy poco recomendable.

Uno de los últimos grandes eventos en el que acudió, fue cuando recibió la Medalla de la Excelencia del Carnegie Hall, en Nueva York. En la lista de invitados para la gala, Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad; Carolina Herrera, Diane Von Fürstenberg, Ralph Lauren, Anna Wintour, Henry Kissinger, Alec Baldwin, Cándida Montilla, primera dama de la República Dominicana, Julio Iglesias, Bill y Hillary Clinton y una extensa lista de amigos.

Durante el evento, el diseñador ha recibido el cariño incondicional de los 400 invitados que, por dos veces, se han levantado para aplaudir de pie y efusivamente al diseñador. Aunque sin saberlo, creo que le han proporcionado una bella despedida. Por lo visto, más que merecida.