En la segunda mitad de los años 70, al inicio de la Transición, reivindicar cualquier diferencia representaba un acto heroico. En el relato de esa epopeya figura, entre otros, un nombre propio, femenino y singular: Carla Delgado Gómez (12 de julio de 1959, Güímar, Tenerife), más conocida como Carla Antonelli.

Precisamente, la experiencia vital de esta transexual tinerfeña se lleva a la pantalla con el documental "El viaje de Carla", dirigido por Fernando Olmeda y con la colaboración de Pedro Zerolo y Jordi González, que se estrenó el pasado 5 de noviembre en la Cineteca del Matadero de Madrid y aspira a participar en el Festival Internacional de Cine Gay y Lésbico que se celebra en el TEA Tenerife Espacio de las Artes.

La cinta describe la vida interior de esta activista por la igualdad, actriz, tertuliana de televisión y diputada en la Asamblea de Madrid desde 2011, que un buen día de enero de 1977 decidió abandonar su Güímar natal, se embarcó en un ferry y puso rumbo a Las Palmas para ahí dar el salto a Madrid.

Desde aquella esquina del parque Santa Catalina donde llegó siendo una adolescente a día de hoy, que ocupa un escaño como diputada en la Asamblea de Madrid, "miro de frente a los sucesores o tal vez a los propios autores de aquella represión que nos conducía a los calabozos en aplicación de la Ley de Peligrosidad Social. Eso es lo grande de la democracia. Hacer ese otro viaje, el gran viaje de las libertades".

Para esta rompedora de moldes "en un pueblo me resultaba imposible definirme, realizar mi proyecto personal como mujer", afirma. Y lo que entiende como "viaje de vuelta" supone el origen de un documental donde es la protagonista de su propia historia .

La idea surgió en 2009, cuando el Ayuntamiento de Güímar le hizo entrega del Premio Cardón. Ante la circunstancia de tener que volver a su pueblo, a su infierno íntimo, Carla admite que entró "en estado de pánico, por los propios prejuicios que vas adquiriendo con el tiempo, porque vas interiorizando las propias discriminaciones".

Para aquella mujer que había traspasado fronteras resultaba inimaginable volver a Tenerife, a su pueblo después de haber trabajado en cine; interpretar a La Corifea en la "Lisístrata" de Aristófanes en el teatro romano de Mérida, la primera actriz transexual que asumía un personaje principal en ese coso; participar en series de televisión y sentarse como diputada en la Asamblea de Madrid.

Y para ella significaba "regresar, de una forma literal, a pasear por las calles. Hasta entonces había vuelto a ver a mi madre, de una manera clandestina, porque significaba llegar y con la misma irme".

Y como en un guion, a los nueve meses, en 2010, la invitaron a pregonar las fiestas patronales en honor de San Pedro Apóstol en Güímar, en un acto lleno de recuerdos emotivos de juventud y donde el alcalde, Rafael Yanes, la valoró como "firme defensora de los derechos y libertades de las personas y del respeto a las diferencias".

Carla reconoce que aquello "terminó por hacer añicos ese muro invisible que se había empezado a resquebrajar nueve meses antes". Ese momento lo define como "una reconciliación, un exorcismo. Y reconozco mis prejuicios, porque la Güímar de hoy no tiene nada que ver con aquel lugar opresivo y represivo de los años 60".

El reencuentro con la gente le procuró "una enorme paz interior". Y es que "lograba una quimera, un sueño inalcanzable", dice, "porque cuando abandoné mi pueblo pensé que jamás iba a volver y seguramente esa sensación ha habitado en mi interior".

Y mantiene muy viva en el recuerdo aquella última romería del Socorro, la de 1976 -escenas con las que se cierra el documental- y rememora el "fundirte y abrazarte con la gente; sentir olores y sabores; la música de tambores y flautas que te martilleaba la cabeza y te envolvía en un éxtasis...". Y ver "el horizonte azul del mar, las casas, los dátiles, las manzanas...". Un regreso a sus orígenes, porque la Bajada del Socorro "no es el final, sino un principio".

Antonelli concluye que "la vida no son solamente viajes de ida, sino de vuelta". Y el secreto reside en "reconvertir lo negativo, absorbiendo la parte positiva, practicar un exorcismo y quedarte limpia sacando fuera todos los demonios interiores".

Y asegura que es coherente "por una cuestión de simbiosis con mi almohada, que me procura andar por la calle con la cabeza alta. Y como dice Antonia San Juan, una es más auténtica cuanto más se parece a sí misma".