El afamado compositor de bandas sonoras Trevor Jones luce el tono optimista y dicharachero de esas fiestas de Año Nuevo a las que él pondrá la primera sintonía en 2015 gracias al anuncio de una marca de bebidas isotónicas. Solo se pone algo más serio para defender la "honestidad" y calidad de lo que hace.

"Soy un académico, un doctor en música. Hago esto porque lo disfruto y creo en ello; es la música que la sociedad necesita en 2015", reivindica el autor de la banda sonora original (BSO) de "El último mohicano" cuando se le pregunta por la consideración de "obra menor" que otros compositores confieren a este tipo de piezas que abarrotan los auditorios de música clásica cuando son programadas.

En una entrevista con Efe, Jones presume en su caso concreto de un catálogo compuesto por unos 6.000 másters de grabación procedentes de bandas sonoras, de música para comerciales, para videojuegos, para series de televisión... También de que en la Universidad de Leeds (Reino Unido) haya un equipo de siete personas escribiendo tesis sobre este repertorio.

Treinta años de carrera avalan al sudafricano, responsable de los soniquetes épicos de las bandas sonoras de "Excalibur", de la potencia emotiva de "En el nombre del padre", de la fantasía de "Cristal oscuro" o el tono ligero y romántico de "Notting Hill", por citar unas pocas.

"El arte es una connotación que surge solo después de que algo sobresale entre una colectividad", argumenta, y recuerda que, históricamente, de Johann Sebastian Bach al último gran autor de eso que llaman "alta cultura", todos se han ganado la vida "vendiendo música".

Jones, que trabajó con David Bowie en la BSO de la película "Dentro del laberinto", defiende también la integridad de su obra cuando se pone a las órdenes de una marca publicitaria, como ha sido el caso de su último proyecto para Aquarius, cuyo anuncio será el primero que verán los españoles en televisión tras las campanadas.

"Para mí no hay diferencia entre trabajar para un estudio cinematográfico o para una marca publicitaria. Ni Warner Bros ni 20th Century Fox son organizaciones de beneficiencia", afirma con tranquilo pragmatismo, antes de añadir que "esta es una sociedad capitalista y, a quien no le guste, lo mejor sería que se fuera a Cuba".

Una mujer que en un estallido de pasión besa a un hombre, el espontáneo que salta al césped de un campo de fútbol para chutar a portería o el anciano que lanza al aire sus muletas para bailar a gusto son los protagonistas de la historia y los sentimientos a los que ha intentado poner música en este comercial bajo un sencillo pero difuso eslogan: "Venirse arriba".

"El reto era expresar con música lo que esta gente estaba sintiendo en esos momentos, cuando uno se atreve a hacer cosas que no habría hecho antes", explica de una partitura grabada en los estudios Abbey Road de Londres, junto a la Orquesta Sinfónica de esta ciudad.

Acostumbrado a crear por encargo, percibe su profesión como un oficio y también como un arte al que él añade su "perspectiva".

"La emoción tiene que ser honesta, real, genuina; si me comprometo con un proyecto, tengo que creer en él, experimentarlo por mí mismo", dice Jones, que en esta producción rodada en Sofía (Bulgaria) se ha estrenado además como actor.

A diferencia de los personajes a los que acompaña en el anuncio, su gran momento aún no ha llegado, vaticina, así que aprovecha para pedirle a 2015 más trabajo, por ejemplo a las órdenes de un realizador español como Pedro Almodóvar. "El único problema es que aquí tenéis muchos grandes profesionales", dice, sin perder la sonrisa.