Hay cosas que transmiten una hermosura insultante de forma natural; una sencillez visual que atrapa a los espectadores. La "Aída" que anoche se estrenó en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife no es monumental. De hecho, se pensó para una escénica más pequeña. Al boceto de Franco Zeffirelli se le tuvo que dotar de una sensación de volumen importante para evitar caer en un universo de proporciones desordenado y caótico. Los espectadores no tienen la sensación de estar ante una postal liliputiense. Y eso ya es una victoria a la hora de encajar la obra.

La voz de Micaela Carosi (Aída) resistió durante toda la función la afección de garganta que se anunció a los asistentes de la ópera. Una de las sensaciones de la velada fue escuchar a Marianne Cornetti (Amneris). La mezzo-soprano estadounidense abrumó con una interpretación repleta de fuerza y emotividad. Massimiliano Stefanelli, director musical de la obra, fue otro de los triunfadores de una cita en la que los asistentes -que casi llenaron el aforo- se rindieron a la magia verdiana; una fantasía sonora que edificó secuencias estelares en torno a Giancarlo Monsalve (Radamés), Damiano Salerno y Alessandro Spina.