Algo de razón sí que llevaba Alejandro Sanz cuando se le ocurrió aquello de "La música no se toca". No es que vaya a solucionar los problemas de los miles de personas que las están pasando canutas, pero sí que tiene una magia especial. Lo que se vivió anoche en el Recinto Ferial de la capital tinerfeña fue una fiesta con letras mayúsculas. Y es que no es fácil conseguir una lluvia de estrellas de esa magnitud en tan pocos metros cuadrados.

Antonia San Juan se llevó los únicos reproches de la noche al recordar en la casa del vecino el "pío, pío", pero enseguida esa provocación pasó a mejor vida ante el caudal de artistas que desfilaron por el escenario. Todos elogiaron el papel de la cadena organizadora a la hora de promocionar la música en español; todos se rindieron a una noche de casi luna llena en la que, salvo el arranque guerrero (y suicida) planificado por la actriz grancanaria, la música fue protagonista.

La gala de los Premios Dial volvió a posicionar a Santa Cruz de Tenerife como el epicentro de la música que se canta en español. El clásico desfile sobre la alfombra verde confirmó el carácter insaciable de los fans que desde primeras horas de la mañana se habían apostillado en las inmediaciones de los hoteles en los que estaban alojados los artistas. Los Premios Dial regresaron a Tenerife a lo grande; con una relación de artistas de primer nivel nivel... Alejandro Sanz, Marta Sánchez, Tiziano Ferro, Merche, Carlos Vives, Malú, Manolo García, Laura Pausini, Miguel Bosé, Revólver, David Bustamante, Ha Ash, Antonio Orozco, Vanesa Martín, El Barrio, Sergio Dalma, Hombres G, Melendi, Axel, Camila, David DeMaría, Dvicio, Roko, Amaia Montero, Salvador Beltrán, David Bisbal, Manuel Carrasco... Con las cuatro mil entradas vendidas desde el pasado lunes -la recaudación se destinó a la Fundación Lares Canarias- la gala repartió la señal de las actuaciones musicales a más de 45 países.

Y es que después del paréntesis que se abrió en 2014 -los premios se entregaron en Valladolid-, anoche la Isla recuperó el mando de una fiesta que es bien recibida por los invitados. Todos hablaron maravillas del sol que les recibió; todos se dieron un atracón de cariño por parte de unos seguidores que estuvieron persiguiendo a sus ídolos por media ciudad. En el parque, en la cafetería de la esquina, en el parking del hotel. Lo de menos era el lugar; lo importante era lograr el recuerdo correspondiente. Fue un jueves de brotes verdes...