La sociedad guanche era patriarcal, "porque se crea a partir de un antepasado común masculino", según se indica en la exposición "La mujer guanche. La fuerza de lo invisible", que se inauguró en la sala temporal del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife, donde permanecerá hasta el próximo 5 de octubre.

La muestra, comisariada por la conservadora Candelaria Rodríguez e ideada por el arqueólogo Rafael González Antón, está integrada por una serie de paneles explicativos que informan sobre los roles desarrollados por el hombre y la mujer en la sociedad guanche y en los que se reproducen textos de cronistas como Agustín Espinosa o Abreu Galindo, entre otros; además de una serie de vitrinas en las que se muestran numerosos restos y objetos arqueológicos que complementan los diferentes apartados en los que se estructura la exposición.

Nada más entrar en la sala se observa la recreación de un tagoror, formado por nueve piedras en la que se sentaban los nueve menceyes que gobernaban Tenerife en tiempos pretéritos, aunque sólo uno de ellos tenía el bastón de mando, el banot. En una de las paredes se reproducen a gran escala una serie de grabados antiguos de los nueve menceyatos: Anaga, Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod, Daute, Adeje, Abona y Güímar.

La exposición comienza con el hombre, que se dedicaba a gobernar, el pastoreo, la guerra, a la que también iba la mujer para asistir a los heridos o trasladar a los muertos a las cuevas, además de a la pesca y el marisqueo, que compartían ambos sexos. Lo mismo ocurría en las tareas agrícolas, el hombre roturaba el terreno con palos o cuernos de cabra y la mujer sembraba y recogía la cosecha.

El siguiente ámbito está centrado en la mujer y en su vida privada, en su función de reproducción, cuidado y perpetuación de la familia como madre. Los estudios bioantropológicos establecen que tenía una esperanza de vida de 31 años, con un potencial de entre 4 y 6 hijos en el mejor periodo de fertilidad, entre los 20 y los 25 años.

En esta área dedicada al sexo femenino, que siempre dependía del hombre (padre o marido), también se describen los utensilios del hogar, las herramientas que utilizaban para su fabricación y los trabajos que realizaban con la piedra (molinos), barro (cerámica), hueso (punzones), piel (ropa, bolsas), fibras (cestería) y madera (cuencos, armas).

Cabe señalar que el hombre también participaba en la fabricación de objetos de piedra, piel y madera. Todos estos trabajos están complementados con vitrinas en las que se exhiben piezas arqueológicas que fueron elaboradas por las (os) guanches, y restos óseos que refutan el "desgaste" ocasionado por las actividades.

Esta novedosa exposición reivindica el destacado papel de la mujer en la sociedad guanche y refleja todas esas tareas vitales que desarrolló: ser madres y esposas, cuidar y curar a los enfermos, cocinar, sembrar y recoger los alimentos, la fabricación de utensilios, vestidos, limpieza, recogida de leña y agua, mantener el fuego...

Nada más entrar en la exposición se observa la recreación de un tagoror.