La historia es vieja; más incluso que el busto de Guillermo Rancés, marqués de Casa Laiglesia, que ocupa uno de los márgenes del jardín que da acceso a la fachada principal del IES Canarias Cabrera Pinto de La Laguna. El diputado por Tenerife en el ocaso del siglo XIX medió para que el rey Alfonso XIII visitara Canarias en marzo de 1906. La amistad entre Adolfo Cabrera Pinto y Rancés fue clave para engrandecer la imagen de este complejo educativo en el ámbito de las artes plásticas. Ese año llegaron al edificio localizado entre las calles San Agustín y Viana doce pinturas de gran y mediano formato que formaban parte de los fondos del Museo del Padro.

En la década de los 90 se perdió para siempre "Las aceituneras", de Julio Romero de Torres, y ahora están reclamando "Las uveras", de Eduardo Chicharro. Juan Rodríguez Barroso, director del centro de formación lagunero y presidente de la Asociación de Amigos del Patrimonio del Cabrera Pinto, tiene clara la propiedad legal de las pinturas pero, a su vez, no duda en reconocer que si hace más de un siglo se tomó la decisión de dotar a la institución de unas obras que elevaran el nivel patrimonial, hay que buscar una solución política para no debilitar dicho catálogo. "No sé si podemos hacer algo, pero lo recomendable sería que, una vez hemos obtenido el respaldo de los miembros del pleno del Ayuntamiento de La Laguna, se buscara una situación de consenso tanto en el Cabildo de Tenerife, como en el Gobierno de Canarias y los diputados nacionales para que Las uveras continúe en su actual ubicación... Nuestro planteamiento no es debilitar el patrimonio que tenemos, sino buscar soluciones para este pueda ser visitado con ciertas garantías", aclaró el docente sobre una petición que se remonta a marzo de 2014.

Rodríguez Barroso considera que el regreso de la pintura de Eduardo Chicharro a la capital dejaría un hueco difícil de cubrir, no solamente por las dimensiones de la misma (240 centímetros de alto por 400 centímetros de largo), sino por los vínculos afectivos que se han desarrollado en torno a uno de los títulos más destacados que existen en la sede del antiguo convento de San Agustín: "Los 109 años que lleva en el centro nos convierten en propietarios morales de la obra", precisó sin ocultar que con "Las aceituneras ya nos tocó vivir un proceso que se repite y que en el futuro puede afectar a otras composiciones", incidió sobre la concesión que se realizó en 1906 en el marco de un programa que se denominaba "El Prado disperso" y que trajo a San Cristóbal de La Laguna una docena de cuadros.

Hace un año, coincidiendo con el arranque del curso académico 2014/15, el Museo Reina Sofía envió a la Ciudad de los Adelantados a un equipo técnico para que evaluara el estado de conservación de "Las uveras". En el informe que se realizó entonces -periódicamente hay inspecciones técnicas ordenadas por la dirección del Prado- se certificó que el cuadro tenía la ubicación correcta. "Ellos han utilizado el argumento de que quieren concentrar en el Reina Sofía a los autores del siglo XIX y XX para realizar una gran exposición que podría ser permanente. "Una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad no puede permitirse perder de golpe un patrimonio artístico tan valioso", concluye Juan Rodríguez Barroso.

La historiadora Isabel Régulo Rodríguez lamenta que "no existan los recursos humanos necesarios para ampliar el horario de visita a la sala que ocupan Las uveras y otros cuadros que tienen la misma procedencia. Ahora solo se pueden ver los fines de semana, pero ese es un problema que también afecta a otros espacios expositivos del Cabrera Pinto", remarca la profesora de un instituto que en el pasado ya cedió "Rinconete y Cortadillo" -el cuadro que está ubicado en el despacho de dirección- para una exposición temporal. "En aquella oportunidad sí que volvió, no sin una larga espera, tras ser sometido a un proceso de restauración".

Régulo Rodríguez, además de compartir las opiniones de su compañero de claustro, no ve lógico que "ahora que se está descentralizando la cultura en España, se lleve a Madrid, lo que sería dar un paso atrás", confesó sin perder la ocasión para valorar el hecho de que "las personas que vivimos alejadas del centro, en este caso la capital de España, también tenemos derecho a disfrutar de estas obras de arte. Este es un cuadro que pertenece a una etapa costumbrista que entró a formar parte de la política de dispersión del Prado por la fuerte conexión que existía entre la propuesta de Eduardo Chicharro con Sorolla", declaró la historiadora.

Isabel Régulo Rodríguez

Profesora de Historia del IES Cabrera Pinto

Juan Rodríguez Barroso

Director del IES Cabrera PInto