La familia tinerfeña Rodríguez de Milán, una de las sagas más veteranas del mundo del folclore canario, sobre todo de la zona de Tejina, está de luto tras la triste pérdida de una de sus principales voces solistas, la de Marina Rodríguez, que falleció ayer, a los setenta años de edad tras padecer una larga enfermedad que la obligó a dejar de cantar y la mantuvo separada de una de las aficiones que más amaba: el folclore y la música popular canaria que latían en sus venas.

Esta histórica saga, defensora a ultranza de las tradiciones de su tierra desde los años 40 del siglo pasado, desarrolló una peculiar forma de cantar, tocar y bailar, herencia que insufló a varias generaciones de sus descendientes, entre los que se encontraba Marina, quien junto a su hermana Calaya volcó sus sentimientos en esas isas, folías y malagueñas que cantaba de todo corazón.

Como explicó a este periódico una de sus hijas, Lucía Alonso Rodríguez, visiblemente afectada por la pérdida de su madre, que llevaba diez años enferma de alzhéimer, ella, sus hermanos, sus hijos y su padre, José Antonio, que fue su ángel cuidador durante todos estos años, están muy convencidos de mantener viva la llama de las ilusiones que sintió Marina.

"Cuando enfermó ella dejamos de actuar porque mi madre era el alma del grupo. No solo era nuestra madre, sino que era todo. El grupo Familia Rodríguez como tal dejó de actuar desde que mi madre enfermó, lo que pasa es que nosotras seguimos siendo Familia Rodríguez en el sentido de que lo nuestro es una herencia de generaciones atrás del tema del folclore. Que ahora no salgamos a los escenarios no quiere decir que no sigamos viviendo el folclore, porque yo se lo transmito a mis hijos y mis hermanos también. La familia Rodríguez sigue, pero por ahora en los escenarios no. Estamos muy orgullosos del legado que nos ha dejado mi madre y de todo lo que nos enseñó".

Alexis García, folclorista y músico, destacó que Marina y su familia son una gente ejemplar, al igual que su hermana Calaya Rodríguez, que sigue cantando sus isas y folías.

"La familia Rodríguez de Milán es una de las familias más importantes que hay en Canarias que se ha dedicado siempre a la música, a la tradición y al folclore en cuerpo y alma. Tenemos una deuda enorme con ellos porque son gente que ha mantenido el listón del folclore a nivel muy alto".

En este sentido, reiteró que "Tejina es cuna de tradición por los Hermanos Rodríguez. Calaya y su hermana Marina eran dos voces excepcionales. Tenían una voz espléndida, maravillosa y eran buenísimas personas. Son gente noble, sana. Ellos han participado siempre en las parrandas de los Corazones de Tejina".

García, que se mostró consternado por la pérdida de Marina Rodríguez, alabó su voz y su aportación en el canto de la malagueña en las Fiestas de Tejina, al igual que su familia durante muchas décadas.

"Ellos lograron mantener vivo el folclore, incluso durante el franquismo, cuando estaba un poco casi prohibido. Les debemos el rescatar y el mantener temas importantes del folclore, como son el canto de las folías y demás. El folclore, casi siempre, ha sido un poco masculino, pero las voces de la zona, como las de las hermanas Rodríguez, y Olga Ramos en la Punta, han sido referentes fundamentales para cualquiera que haya escuchado folclore. Siempre, desde pequeños, hemos tenido a los Rodríguez de Milán como referentes emblemáticos. El presente del folclore no habría existido sin ellos".

La identidad de Tejina no se puede entender sin la saga Rodríguez de Milán y su particular forma de cantar y sentir el folclore, que han conseguido mantener de generación en generación. Los entendidos consideran que su folclore se caracteriza por ser muy natural, sin muchos arreglos musicales, lleno de sentimientos y de pasión.

"Actualmente el folclore es más estilo, en aquella época era puro sentimiento. Ellos son una muestra clara de defensa de sus tradiciones, de la Fiesta de los Corazones, de las Navidades, de Lo Divino, del Tajaraste de la iglesia... Esta familia ha hecho posible que todo esto se haya podido mantener".

A pesar de la irreparable pérdida de Marina Rodríguez, su espíritu permanece entre los suyos y entre los que la conocieron y disfrutaron de su bella voz, con esos tonos altos que imprimía a sus coplas, a las islas, folías y malagueñas que interpretaba con espontaneidad, a esos sentimientos que transmitía con sinceridad, a esas alegrías, a esa ternura y a esa tristeza que ha dejado entre los suyos.