Célebre por "La cena", inspirado en el asesinato de una mujer indigente en un cajero automático en Barcelona, el escritor holandés Herman Koch sigue describiendo la putrefacción de la clase media burguesa europea en su última novela, "Estimado señor M.", en este caso un ejercicio de metaliteratura.

En una entrevista con a Efe, Koch, que habla un perfecto castellano, explica que recurre al protagonista de su novela para hablar de la vanidad de algunos escritores.

"Comencé esta novela -explica- con la idea de que cuando alguien ha hecho algo y es sospechoso y algún escritor escribe un libro sobre eso, aunque sea inocente es difícil defenderte contra esa sospecha, es una condena eterna".

"Estimado señor M." (Salamandra/Amsterdam) arranca con un narrador anónimo obsesionado con exponer en detalle los aspectos más íntimos de la vida de su vecino, el señor M., uno de los escritores más célebres del país, que cimentó su fama hace cuarenta años con la publicación de la novela "Ajuste de cuentas", inspirada en una trágica historia ocurrida por entonces.

Si en "La cena" utilizó un hecho real para construir una ficción, se puede decir, admite Koch, que en "Estimado señor M." hay "un guiño" al tipo de libro que ha escrito en el pasado.

Ese escritor que responde a una sola letra tiene cosas suyas, "como su aburrimiento en las conferencias públicas".

Koch considera que "hacer metaliteratura es una buena opción", si bien aclara que "no se trata de una sátira del mundillo literario", porque no ha exagerado nada, no ha caricaturizado, sino que se ha "limitado a la realidad".

"M. es un personaje tan conocido que no necesita todo el nombre", justifica Koch, pero esa abreviatura de su nombre también emula esos casos judiciales en los que para garantizar el anonimato del acusado se le identifica únicamente con la primera letra.

Sin embargo, Koch es consciente de que con esa reducción casi kafkiana juega con el lector: "M. se parece a Harry Mulisch, uno de los grandes escritores neerlandeses, y dejo que sea el lector que interprete si es Mulish o no".

Sobre la idea de que el escritor debe estar comprometido con su sociedad, Koch disiente en parte pues "solo debe escribir libros buenos" y él personalmente prefiere introducir las cuestiones sociales o políticas en sus novelas, pero prefiere estar "fuera de estos debates".

"Un escritor puede ser comunista o facha y a la vez escribir libros buenísimos, por tanto, las opiniones personales no importan tanto. Como escritor debes ser capaz de defender, sobre todo, las opiniones con las que no estás de acuerdo", resume el escritor.

En "Estimado señor M.", Koch sigue ocupándose de la clase burguesa europea, que piensa ha evolucionado poco: "Se autofelicitan de lo bien que viven y están convencidos de que sus normas valen para todo el mundo, hacen poco autocrítica, pero ahora se sienten más amenazados por la inmigración a gran escala de los últimos meses".

La burguesía, la clase media que siempre se ha presentado como tolerante, añade, "en el momento en que se pone un centro de acogida de refugiados en su barrio son los primeros que protestan para que no siga adelante".

Confiesa Koch que la imposibilidad de etiquetar esta novela es algo intencionado: "He intentado escribir casi cinco novelas diferentes, y en este caso hay una carta, incluye el punto de vista de una chica de 17 años, que acerca al lector a una literatura juvenil y el romanticismo de ese primer amor, y luego hay un punto de tensión medio de novela negra".

A esa mezcla de géneros debe añadirse un constante sentido del humor que sirve a Koch no sólo para dibujar el mundo literario lleno de egos, sino también para criticar el sistema educativo e ironizar sobre el periodismo cultural.

La popularidad que vive Koch queda patente en su novela "La cena", que tuvo una versión cinematográfica holandesa hace dos años, otra italiana, "I nostri ragazzi" y la norteamericana, "The dinner", que ya se encuentra en fase de montaje, con Richard Gere, Steve Coogan, Laura Linney, Chloe Sevigny y Rebecca Hall como protagonistas, dirigidos por Oren Moverman.

"Me gusta dejar toda la libertad a un director de cine y a un guionista, pero además no me gusta repetir, releer mis propios libros para escribir un guión, prefiero escribir otro libro", confiesa.