La Navidad es el "desagüe" del año que está a punto de morir en el que existen muchas posibilidades de caer rendido a la magia de "Qué bello es vivir" (Frank Capra), al olor de las truchas de batatas recién hechas y, por supuesto, a las prisas de última hora por encontrar un regalo de Reyes que contenga las tres B: bueno, bonito y barato. "Mamma Mia!" es una apuesta a caballo ganador. La ocupación de la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife en el estreno del martes así lo confirma. Una jugada maestra con buenos ingredientes artísticos.

A Nina ya la ovacionaron en el minuto cero. Ni siquiera fue necesario que abriera su boca para asegurarse la primera ristra de unos tímidos aplausos. Pero no fue la única vencedora de una velada agradecida. Clara Altarribia (Sophie) supo rentabilizar sus apariciones fuera de un triángulo femenino divertido, explosivo, vitalista... Un polígono escénico compuesto por Nina (Donna), Eva Diago (Rosie) y Olga Hueso (Tanya). En ellas se concentran emociones que acarician la soledad y el éxtasis agotando tan solo un puñado de segundos.

Como contrapunto al poder que tienen las mujeres en este clásico aparecen Nando González (Javi), Albert Muntanyola (Sam), Paul Berrondo (Bruno) y Carlos Solano (Sky). "Mamma Mia!" es puro equilibrio; una propuesta que sabe distribuir con aciertos coreografías, diálogos, números musicales, humor y hasta alguna que otra escena que desprende una efímera congoja.

Más allá de que uno de sus protagonistas presuma de ser el propietario de un palco VIP en el Rodríguez López o que sus personajes más testosterónicos amenacen con organizar una cabalgata en calzoncillos por la calle La Noria, "Mamma Mia!" tiene un envoltorio atractivo que sabe combinar los éxitos de los nórdicos de ABBA y un entretenimiento de calidad que, sin duda, es la mejor virtud de un producto que no tiene fecha de caducidad. Su secreto tiene el peso de los grandes vinos, es decir, mejoran con el paso de los años.

@davilatoor