Bajo el título "Anatomía de un asesinato... culinario... en cinco pinceladas", la escritora y periodista Yanet Acosta y el también escribidor, cocinero y psicólogo Xabier Gutiérrez "diseccionaron" ayer en el Hotel Escuela Santa Cruz un taller que "maridó" el proceso de un asesinato a partir de los sabores: ácido, salado, dulce, amargo y umami.

La fusión de gastronomía y crimen excitó la mente y paladares de quienes asistieron a este "convite mortal", en el que de una manera entretenida y gustosa, Yanet y Xabier consiguieron provocar un clima de rico suspense.

Ácido, la pasión que impulsa los instintos más primarios. "¿Quién no ha deseado alguna vez matar a otra persona?", preguntó Xabier. El bocado que protagonizó este primer estadio, que prepara al cuerpo para salivar un odio visceral y masticar la drástica decisión, una mezcla de lácteos, queso, foie, azúcar caramelizado y fruta de la pasión (parchita).

Salado. "El plan perfecto es circular", sentenciaba Yanet, y así lo confirma la propia geometría: lo redondo. El sabor salado es "el más contundente", aderezó Xabier, quien puso el acento en lo que supone en cuanto a instinto básico, de supervivencia: sin sal, la vida no sería posible. El plato, denominado "Círculo mágico sin retorno", una esfera a base de sardinas, harina y huevo.

Dulce. Llegado el instante de recrear mentalmente un asesinato, el criminal "se relame como lo haría un gato", explicaba gráficamente Yanet. "No hay dudas, ni remordimientos", subrayó Xabier. La cabeza de un salmonete sobre un lomo de puerros invitó a degustar lo dulce desde la imaginación.

Amargo.Este sabor se representó con el momento cuando el asesino "pone cara" a su víctima y la "deshumaniza", señaló Xabier, y se hizo plato en forma de una carrillera al vino tinto.

Umami. "Lo tenemos interiorizado", explicó Xabier., y está presente en la leche materna, quesos muy curados, el jamón, carne cruda... El desenlace, el disparo mortal, chocolate en forma de pistola, helado y un guiño sangriento.