El escritor, cineasta y humorista Carlo Padial se sometió durante varios años a las terapias del doctor Portuondo, un excéntrico psicoanalista cubano, en su consulta de Barcelona, una experiencia surrealista que le dejó huella y que ha decidido compartir en un libro donde reflexiona sobre una sociedad que alimenta las neurosis.

Padial narra ahora esa época que tanto le marcó en "Doctor Portuondo" (Blackie Books), un relato de tintes autobiográficos y con escenas que en ocasiones parecen inverosímiles pero que él, por mucho que le pregunten, insiste en que no ha recurrido a la ficción.

Tras su larga experiencia en el diván, Padial afirma de forma tajante, en una entrevista con Efe, que la sociedad "infantil" de 2017 no está preparada para someterse al psicoanálisis porque "genera más incertidumbres que certezas" y sostiene que la gente "no quiere los cinco años de terapia, quiere la pastillita, el conductismo y la Gestalt".

El humorista tiene claro para qué le han servido sus años de terapia y para qué no. Le ha sido útil para conocerse más, saber quién es realmente y así "autoboicotearte menos" y "joder menos" a la gente que le rodea, pero en ningún momento ha buscado cambiar su forma de ser.

Considera que el psicoanálisis tiene que ver "con la autoconciencia y el autocontrol", y compara el proceso de controlar los síntomas de la neurosis con el de hacerse con las riendas de un perro, que al principio te arrastra inevitablemente pero que finalmente se consigue domesticar.

En su caso, cuando empezó a hacer terapia le costaba horrores la gestión de lo exterior, hasta el punto de que comprar una entrada para el cine era un gran reto, una actitud que cree que se debe a que sus padres le sobreprotegieron demasiado.

"Doctor Portuondo" combina anécdotas hilarantes que Carlo Padial estira hasta llevarlas a un plano casi metafísico, algo que el autor atribuye a que, para él, el humor nunca es un ingrediente único y viene asociado a cuestiones "más psicológicas, terroríficas, absurdas y emocionales".

En su obra, Padial juega con el contraste entre él mismo y el doctor Portuondo, un hombre muy del siglo XX, que abraza la revolución cubana pero que, tras desencantarse, se exilia en Estados Unidos primero y acaba recalando en la España franquista después.

El terapeuta cubano, aficionado al boxeo y al judo, es un hombre de acción -"que hace que pasen cosas"-, todo lo contrario que la generación actual, que Padial define como "puramente virtual, sin experiencia en nada, escopofílica, de mirones".

Aunque por edad no le toca, ya que tiene 39 años, Padial se identifica como "uno de los primeros sujetos recesivos de este nuevo mundo", precursor de la nueva generación de narcicistas que viven constantemente "mirándose al espejo de las redes sociales", un espejo "deformado y de idealización".

Carlo Padial se muestra convencido de que, por todo ello, la sociedad no está preparada para el psicoanálisis porque requiere tiempo y ganas de profundizar, algo a lo que los pacientes no están dispuestos.

Ahora mismo se encuentra inmerso dirigiendo el nuevo proyecto de Berto Romero, "Algo muy gordo", una película en la que participan Antonio de la Torre, Carolina Bang, Carlos Areces e Imanol Arias.

Admite que nunca nadie se lo había puesto tan fácil a la hora de trabajar como Berto y lo achaca a que es una persona muy inteligente que, debido a su éxito, ya no tiene nada que demostrar.

La cinta, que llegará a las salas españolas a final de año, es un proyecto para experimentar, probar cosas nuevas y ampliar "lo que entendemos por comedia", algo que Padial ve "hipernecesario" en España "porque no puede ser que todo el mundo tome al público por idiota".