"Mientras mueres" es la última aventura literaria del escritor tinerfeño Javier Hernández Velázquez. Una historia que se mueve a un ritmo frenético y donde nada es lo que parece. Suspense y violencia se anudan alrededor de una trama en la que Canarias es otra cosa, donde fluyen unos recuerdos futbolísticos y en la que la vida es una contrarreloj llena de trampas. El director-comisario del Festival Atlántico de Género Negro (TFN 2017) presenta esta tarde, a las 19:30 horas, el contenido de su primera publicación con Alrevés con una entrevista que tendrá lugar en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés en la que el autor de la saga de Mat Fernández dialogará con el periodista y crítico local Eduardo García Rojas.

¿Es consciente de que este es un libro arriesgado?

Como autor nunca he buscado una zona literaria de seguridad donde vegetar. No puedes estar escribiendo siempre la misma historia. No funciona, ni para el lector, ni para el autor. Los chistes por repetidos terminan por ser pesados. Soy consciente de que "Mientras mueres" es un cambio de rumbo. No fue algo buscado, sino una probabilidad que surgió y decidí coger una senda creativa diferente para contar una historia. El mundo se mueve por zonas siniestras de realidad y ese fue el reto que acepté. Un reto que me motivó y me mantuvo vivo a lo largo del proceso de creación.

¿Hay fases de la novela en la que se está dando una auténtica purga del alma?

Coincido. De hecho, mis dos próximas novelas incidirán en el dogma central de la redención, un asunto que trasciende y conduce a la liberación y salvación de los personajes. He tenido muy presente en este proyecto "Los proverbios del infierno" y los lienzos de William Blake y una frase de T.S. Elliot que viene a sentenciar que cuando descendemos a lo esencial la vida se reduce a nacimiento, copulación y muerte. Enfrentado a esa realidad, el personaje, Thomas Vettel, conserva en sus manos la última decisión: la respuesta a cómo pretende vivir y cómo decide morir.

El suspense, la violencia o incluso el vértigo -que en esta ocasión es más frenético que en otras de sus novelas-, pero este es un Javier Hernández con un perfil de ciencia ficción más profundo, ¿no?

"Mientras mueres" no deja de ser un "thriller" en el que el tiempo juega un papel esencial. Insertar la trama y novelar la situación geopolítica que estamos viviendo puede resumirse en que todo lo creíble, como una Canarias marroquí, puede ser perfectamente una imagen de la verdad.

¿Lo de internacionalizar la trama está vinculado con el giro que ha dado su carrera como escritor?

Lo entendí como necesario. Canarias se rige desde tiempo inmemorial por una ley del volcán que se traduce en un neofeudalismo. Sin embargo, estamos llegando a una situación límite y debemos comenzar a pensar como una nación o tendremos los días contados. La realidad internacional juega en nuestra contra, la situación del pueblo saharaui debería servirnos de aviso, porque el idealismo y el romanticismo no tienen hueco, al menos en este mundo que nos ha tocado vivir. Estamos metidos de lleno en la III Guerra Mundial pero anestesiados para que parezca como que no pasa nada que no sea solucionable. Y es mentira. Estamos dentro de un vía crucis mientras esperamos que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.

¿Ahora que parece que la presión no es tan visible, qué necesidad tenía de crear este "incidente" entre España y Marruecos?

Marruecos y Turquía son dos piezas fundamentales en el tablero de la partida de ajedrez que se está jugando a nivel internacional. Eso les da una posición preeminente a la hora de cualquier tipo de negociación. Quizá no lo veamos, pero España tendrá que salir de Ceuta y Melilla más pronto que tarde, Gibraltar terminará siendo español y Canarias es una plataforma tricontinental con un utilidad incalculable cuyo valor se multiplicaría si se terminara encontrando petróleo en las aguas del Atlántico. Así que, ante las posibles consecuencias, los canarios debemos esperar siempre lo mejor pero estar preparados para lo peor.

¿Lo de introducir un elemento futbolístico obedece a una pasión? ¿Dicen que uno tiene que escribir de lo que sabe?

El escritor escocés Philip Kerr ya abrió el cauce de un espectáculo-negocio como el fútbol que da mucho juego. "Mientras mueres" es el reflejo de los noventa minutos que dura una existencia cuando se entra en la llamada zona Cesarini. Los sueños pueden cumplirse, estoy seguro. Los Die Fohlen, como se conocía al Borussia de Mönchengladbach, es un ejemplo de que no siempre el ganador se lo lleva todo, como cantaba ABBA. Pasó con la naranja mecánica holandesa en el mundial de Alemania o con este equipo de Renania que desde una ciudad de 200.000 habitantes, algo menos de los habitantes que tiene el área metropolitana Santa Cruz-La Laguna, les plantó en los años setenta del siglo pasado cara a dos de los mejores equipos de la historia, el Bayern de Franz Beckenbauer y el Liverpool de Robert Paisley. Fueron capaces de dar un aire de modernismo y se convirtieron en el símbolo de una manera de entender el fútbol y la vida.

"Mientras mueres" es una amenaza constante, un guion que requiere una habilidad creativa para abrir y cerrar puertas. ¿En qué punto está su curva como autor?

Mi editor me comentó después de leer la novela si pretendía convertirme en el Robert Ludlum canario. Creo que ha sido el mayor elogio que me han hecho durante mi trayectoria literaria. Yo que soy muy Sergio Leone te diré que en las páginas de "Mientras mueres" la vida de los personajes no vale nada pero su muerte siempre tiene un precio que hay que pagar. Y con respecto a la imagen de las curvas, sinceramente no sé qué me espera al otro lado, pero solo me planteo seguir escribiendo. Escribir es una de mis necesidades. Me hace sentir en paz y me eleva a un estado de felicidad, desde que escribo un manuscrito, hasta que mi mujer se convierte en mi primera lectora y una editorial se interesa por él.

¿Las costuras de esta novela delatan a un narrador ambicioso, pero se ha quedado satisfecho con el resultado final?

Sí. Con el convencimiento de que es la mejor de mis criaturas. La ambición o la valentía se reflejan en la simple pregunta que hace la novela al lector: ¿a quién le dedicaríamos nuestro último aliento? Difícil, pero si resultara que tuviera que ser a una persona a la que aún no conoces, esto complicaría más si cabe la respuesta, ¿verdad? Pues esa es la clave de la novela. Si estás para hacer el bien debes hacerlo en el momento preciso. Ciertos trenes no pasan dos veces, la vida siempre ofrece una segunda oportunidad. Como norma general, esa decisión dura un segundo. Después, son los demás los que imponen sus reglas.