El periodista y escritor Julio Valdeón (Valladolid, 1976) profundiza en la figura de Joaquín Sabina en Sol y Sombra, una exhaustiva y completa biografía editada por Eme. Un viaje eminentemente musical que cuenta con las voces del propio biografiado (en el epílogo) y de la mayor parte de los músicos, compositores, productores, colaboradores y amigos que le han acompañado a lo largo de los años.

"La idea inicial pasaba por hacer algo así como una guía a partir de sus discos, algo panorámico y breve, pero claro, aquello comenzó a crecer y pronto el libro había evolucionado hasta convertirse en una aventura mucho más potente, entre la biografía, la crítica musical y el ensayo", plantea a Europa Press el autor.

En esta línea, destaca que su intención ha sido, en definitiva, "desentrañar las claves de una vida y una obra a fin de apreciarlas mejor". "Aparte, escribiendo sobre él, que ha sido y es el cronista del último medio siglo, nos escribimos a nosotros mismos. En Sabina, con todas sus luces y sombras, late España", subraya.

A partir de esta última afirmación, Valdeón explica que el músico "tiene poco que ver con el tópico entre crápula y castizo que han dibujado los odiadores, y al que sin duda él mismo contribuyó con sus declaraciones previas al ictus, de cuando su airada juventud que alargó hasta los cincuenta".

"Sabina es un tipo cultísimo, un amigo ciclotímico y generoso, un tipo genial, con un talento arrasador, un arte para comérselo y una serie de contradicciones que marcan su escritura y su vida. Sabina es la bohemia y la tauromaquia, el Prado y la rumba, el rock and roll y aquel Madrid rompeolas de todas las Españas, Sabina es Lope y José Hierro, La Mandrágora y Rota", afirma.

Y aún añade en su dibujo: "Sabina es también la noche canalla y los mercados de Lavapies, el café Gijón y las ventas del camino, los fluorescentes del Elígeme y unos cuantos conductores suicida a los que amamos, la Casa de las Flores de Neruda y Vallejo en París, la huida del franquismo, el descubrimiento de la libertad, Dylan y Machín, Chicho Sánchez Ferlosio y Enrique Morente".

SABINA A TRAVÉS DE SUS AMIGOS

Valdeón destaca, asimismo, que aunque ya hay "unos cuantos libros" sobre Sabina, en realidad ninguno tiene "la ambición de "contar y cantar, de forma pormenorizada, disco a disco, canción a canción, al artista oculto detrás del mito". Y para llegar a su objetivo, en el libro tienen voz "todos los que le han acompañado en el estudio, en los conciertos, en Tirso de Molina, a fin de armar el puzzle, magnífico y riquísimo, de una carrera de más de cuarenta años".

Así, en sus páginas aparecen desde los imprescindibles Pancho Varona y Antonio García de Diego a los integrantes de Viceversa, de Alejo Stivel a Leiva, de Ariel Rot a Caco Senante, de Álvaro Urquijo a Andrés Calamaro, de Olga Román a Rubén Pozo, de Mara Barros a Luis García Montero, de Pedro Guerra a Carlos Narea, de Felipe Benítez Reyes a Miguel Ríos.

"Era y es fundamental que no estuviera sólo mi voz. Aunque el libro parte de una visión personal, la pluralidad de testimonios, y las anécdotas, los comentarios, las observaciones de quienes mejor le conocen, ayudan a salir del puro subjetivismo del autor, aportan colores y texturas, sabores distintos. Sabina es tan grande, rico y poliédrico que todas las voces eran pocas si queríamos trazar un retrato fidedigno", asegura Valdeón.

A su juicio, todas estas aportaciones evitan que el libro "saliera manierista" o que él mismo intentara creerse "poeta a fin de suplir con metáforas esa cosa tan misteriosa y fascinante que es la creación". "Necesito que los que le vieron estrenar las canciones, los que escribieron y grabaron con él, me cuenten lo que sucedía aquella noche, si lloraron cuando Chavela Vargas se puso al micrófono, si nevaba en Madrid o si aquel estribillo nació una madrugada en Lima", apunta.

"NUESTRO ARTISTA MÁS IMPORTANTE"

Tras definir a Sabiona como "nuestro artista más importante" y afirmar que "es raro que alguien tan bueno y tan brillante disfrute de semejante éxito" comercial, Valdeón plantea que es "evidente que juzgamos a las figuras por sus declaraciones, por esos fogonazos, artificiales, de sus apariciones".

"Pero lo más interesante de Sabina, como de cualquier otro artista, es su obra, y eso es lo que yo quise retratar. Otra cosa es que sea inevitable que, al escribir de las canciones, termines por hablar del autor, y que en el texto afloren muchas de sus obsesiones y sus vivencias, sus musas, sus viajes, sus amigos, sus miedos, sus insomnios, sus libros, sus amores", resalta.

Por esa unión entre vida y obra, el autor recomienda "leer un capítulo, pinchar el disco en cuestión, quizá releer luego, porque al final las mejores palabras, las grandes intuiciones, el trueno de música y poesía, están ahí, en las canciones". Y añade que "el libro debiera de servir como brújula, pero más allá de eso hay que bucear los discos y sumergirse en los textos y las músicas, los verdaderos protagonistas".

A su juicio, este Sol y Sombra "debería interesarle a cualquiera con un mínimo de curiosidad por uno de los artistas fundamentales que ha dado este país". "Y ni siquiera necesitas amar su obra o conocerla en profundidad. Su vida es tan interesante, y no digamos ya el círculo de gente con la que se ha movido. Y eso por no hablar de tantas canciones brutales, que es asignatura obligada para conocer la historia de España", remacha.

ENCUENTRO CON SABINA

"Sabina tiene por costumbre no opinar nunca de lo que escriben de él, y hace bien", destaca Valdeón, a quien en cualquier caso le "consta que lo ha leído" y le parece que está "escrito con cariño". "Él sabe que lo mejor es mantenerse al margen. Su comportamiento ha sido de una elegancia abrumadora. Con no haberle avergonzado a él y cuantos me ayudaron, y con honrar, siquiera de lejos, un canon tan memorable con el suyo, ya me sobra", señala.

A pesar de asegurar que "las biografías no pueden ser una especie de pasaporte para ganarte el cariño del biografiado" y de que el protagonista se haya mantenido al margen, el libro se cierra con una entrevista entre Valdeón y Sabina en casa de este último en Tirso de Molina (Madrid). "Esa charla digamos que es el remate, el extra", admite el autor.

En cualquier caso, insiste en que "el auténtico contacto viene del estudio de su obra, como en cualquier biografía crítica que se precie, y también del testimonio de sus íntimos". Y aún añade: "Estaría bueno que para escribir sobre Velázquez necesitáramos hablar con él. Eso imposibilitaría el 99 por ciento de la crítica de arte".

"Otra cosa es que, después de un recorrido tan imponente, fuera gozoso encontrarle, por aquello de contrastar mis dudas y certezas. Y ya pueden imaginar que en la distancia corta Sabina tampoco defrauda. Pocos artistas conceden unas entrevistas tan generosas, tan cáusticas y tan descreídas como las de un Sabina alérgico al divismo", sentencia.