Más de cuatro mil personas (4389), de los que cerca de mil (958) son escolares, han visitado por el momento la exposición "Pedro de Guezala. Nuevo encuentro", que se desarrolla hasta el próximo 22 de julio, en la Fundación Cristino de Vera de La Laguna.

Esta muestra, integrada por quince obras, ofrece al público una visión de la producción más desconocida del artista, tildado como "el pintor de las magas", en otros escenarios pictóricos como el desnudo, en el que sigue la línea de Néstor y Aguiar, el paisaje, el bodegón y obra gráfica.

La comisaria de la exposición, Pilar Trujillo La-Roche, explicó que la colección reunida en La Laguna refleja dos líneas de Pedro de Guezala (1896-1960). Por un lado, la pintura menos conocida del autor, centrada en un tipo campesino, "un costumbrismo que le demandaba la gente y que hubo de repetir hasta la saciedad por las necesidades económicas que establecía la guerra".

Por otro, era un momento en el que el arte realista era decimonómico, pero él se abrió a las vanguardias. "Se puede considerar que su realismo es propio, actualizado, no decimonómico. También fue un defensor del autodidactismo".

Para esta experta, uno de los aspectos más desconocidos de su producción fueron sus paisajes. "Son expresiones íntimas de un paisaje que figurativamente no quiere decir nada. No hay Teides, ni Roques Nublo ni buganvillas, sino simples rincones anodinos que le pueden sugerir líricamente al pintor. Esto entronca con la actitud de Pedro García Cabrera del hombre en función del paisaje, una chispa que hubo de estas características en los años 30".

También destacó su labor de ilustrador, presente sobre todo en portadas de revistas como "Castalia", "Hespérides", "Mensaje", "Gánigo" o "La rosa de los vientos".

Todas las piezas reunidas en la muestra son valiosas, pero destaca con luz propia el autorretrato que realizó en el año 1945, una obra maestra con un realismo muy suelto y colorista. También es muy interesante por su valor simbólico "La tunera", que refleja "el canario esforzado, que se adapta a cualquier terreno, como la tunera".

Con respecto al estilo del creador tinerfeño, cuya producción gira en torno a las trescientas pinturas y dibujos, entre ellas algunos retratos íntimos de las personas que tenía alrededor, familiares y amigos, Trujillo apreció su carácter ecléctico.

"Es un estilo de fusión del realismo de base académica con la vivificación que supusieron las vanguardias. Limpió el color pardo del realismo del siglo XIX, geometrizó muchas veces los volúmenes y se colocó en puntos de vista inverosímiles dentro de la enseñanza académica. Guezala renovó, vivificó y vitaminó de alguna manera el viejo realismo con la cultura con la que tuvo contactos, incluso la expresión dentro de los típicos movimientos de las primeras vanguardias".

Otra apartado que apreció la comisaria del artista tinerfeño fue su gran labor docente, en la que fue el pintor del mantenimiento del oficio y de la técnica. En la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz impartió clases a pintores que se expresaron con otras estéticas. "Él consideraba que el lenguaje debía de ser previo a la expresión del sentimiento. Pedro González reconoció la solidez que le dieron las clases con Guezala".

Pilar Trujillo La-Roche

historiadora del arte y comisaria de la muestra