Horas antes de que la noche se disfrazara de rock & roll se percibía un halo histórico en el entorno del Rodríguez López. El estadio volvía a adquirir la fisonomía de las grandes citas musicales que acogió en el pasado. Algo grueso iba a ocurrir. El público deambulaba sediento de curiosidad por las inmediaciones de la calle San Sebastián: unos atraídos por el incesante transitar de peatones, otros con una entrada para disfrutar el concierto en su bolsillo.

Para muchos la espera se hizo larga. Los que llegaron minutos después de las seis y media de la tarde se entretuvieron con sesiones de "whatsapp" y desafiando la memoria de sus móviles a golpe de "selfie". Anoche los nostálgicos pudieron comprobar en sus propias carnes que "Los feos siempre pierden". Sí. La Pista Búlgara se convirtió en el último entrante local antes de que Aerosmith ocupara el escenario. Eso ocurrió a las 22:10 horas.

Una gran pantalla eliminó cualquier posibilidad de "horror vacui" en una escenografía monstruosa. El griterío de los más de 20.000 espectadores que atendieron el reclamo de "Aero-Vederci Baby!" fue atronador cuando los veteranos Joey Kramer (batería), Tom Hamilton (bajo) y Brad Whitford (guitarra) fueron tomando posiciones en una segunda línea. Joe Perry (guitarra) y Steven Tyler (cantante), con algunos galones, dieron un paso al frente para dar la salida a un espectáculo que acumuló muchas revoluciones tras la cuenta atrás.

Contundentes de principio a fin. No sé si "Los chicos malos de Boston" siguen en este negocio por dinero, pero desde la tribuna de prensa la sensación que transmiten es que, a pesar de estar disfrutando de una alocada vejez, continúan poniendo los cinco sentidos cada vez que se exponen en público. ¿A que va a ser verdad eso de que los viejos rockeros nunca mueren? Yo, por ejemplo, me marché anoche del estadio con la duda de que estos tíos no se van a retirar aún. Igual no vuelven por Europa -por estas coordenadas atlánticas les adelanto que no-, pero algo de fuelle sí que les queda: es imposible permanecer más de una hora y media en un escenario derrochando tanta energía si no amas lo que haces.

Una fidelidad tan inquebrantable como el del grupo de seguidores que tomó posiciones en los alrededores del Heliodoro trece horas antes de que los estadounidenses comenzaran a desgranar un repertorio que en su primeras páginas rellenaron títulos como "Let the music", "Elevator" o "Edge". El concierto adquirió una velocidad de crucero antes de sobrepasar la primera media hora, es decir, que todo estaba estudiado al milímetro para evitar que una posible pérdida de ritmo trasladara a los asistentes a una zona de confort que no se dio durante toda la noche: conviene no confundir una situación placentera con un ciclo aletargado en el que ves pasar un episodio único por delante de tus ojos sin disfrutarlo al cien por cien. Y es que más allá de los gustos personales, lo que nadie puede poner en duda es que una experiencia de esta magnitud se queda en el interior de las personas que la viven por el resto de sus días. Ocurrió hace casi 23 años cuando Michael Jackson dio un concierto inolvidable en el recinto portuario santacrucero y volverá a pasar cada vez que la música venga envuelta en una dosis de leyenda que solo está al alcance de una minoría.

Aerosmith dejó a su paso por Tenerife una ristra de recuerdos sonoros concentrados en las letras de "Falling in love", "Stop Messin", "Miss a Thing" o "Eat the rich". Sí. Pero junto al gigantesco equipaje -la infraestructura que se montó superó las 35 toneladas de peso- que trajo a Canarias se vieron secuencias emocionales tan precisas como las que se anudaron a "Cryin", "Dude" "Dream on" o su indispensable "Walk this Way". Aerosmith llevó anoche a sus leales seguidores (y algún que otro curioso) al infierno musical que habita desde hace 47 años. "Aero-Vederci Baby!".

LO QUE ESPERABAN DEL CONCIERTO

Alison

Tenerife

"Tengo la sensación de que será histórico"

"La noche perfecta para disfrutar de una música de calidad y de un espectáculo que no suele darse con frecuencia por aquí. No creo que vuelvan por Tenerife y, por lo tanto, tengo la sensación de que será histórico".

Gustavo González

Las Palmas

"Iría a Alaska con tal de verlos en directo"

"Es una de esas oportunidades que te ofrece la vida que, si puedes, no debes dejar escapar. Ya fui a uno de sus conciertos en 2010 y las sensaciones fueron increíbles. Iría a Alaska con tal de verlos en directo. ¡Vale la pena!